Ojo por Ojo , Diente por Diente

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El cambio de pasar del colegio al instituto fue muy duro para mí. Antes de empezar el instituto mis padres se mudaron a otra ciudad por el trabajo, perdiendo así a todos mis amigos. Esto me dolió, pues llevaba toda mi vida allí. Cuando pasaron las vacaciones me tocaba ir a "conocer otros amigos", así lo decía mi madre. Cuando llegó el día, tuve que ir solo ya que mi madre y mi padre tenían que trabajar, al menos mi casa quedaba cerca, así que el camino no fue muy largo, y cuando llegué, lo primero que me encontré fue a un grupo de 3 niños, un poco más altos que yo, hablando de lo que hacia con su novia. 

Intentaba pasar desapercibido, por suerte el timbre que avisaba de entrar tocó pronto. Fui primero que ellos, y a medida que avanzaba, me di cuenta de que empezaban a hablar de mí. De mi peinado, ropa, cara...En fin no le di más vueltas al tema. 

-Será una de esas "novatadas" -Pensé- 

Mientras iba pensando en mis cosas, me tropecé con algo y caí. Pude ver cómo se reían y el más alto me decía: 

-Uy te has caído por mi culpa, perdón -Con tono vacilón- 

-Novatadas... -Dije en voz baja- 

El día pasó como otro cualquiera, pero cómo no, con este "grupillo" detrás mío. Cuando llegué a mi casa, me fui a mi cuarto a limpiarme las heridas de la caída. Estaba enfadado, pero me intentaba tranquilizar, no era de pelear. Al día siguiente cuando me fui a clases, uno del grupo, el mismo de antes, me dijo: 

-¿Tu mami te limpió las heridas? -Dijo entre risas flojas- 

Como dije antes, no era de pelear, pero me sabía defender. 

-La mía no, pero la tuya sí -Dije molesto y un poco nervioso- 

Aquí hubo silencio. Me imaginaba que me iban a pegar o algo, pero no me hicieron nada. Solo se me quedó mirando. A la salida, pude ver por el rabillo del ojo que me perseguían, no iba a acelerar la marcha porque sabía que ellos también y me pegarían, así que mantuve la calma. Cuando llegué a mi casa (vivía en un apartamento, y como todo apartamento tiene un portón), cerré el portón por si acaso. 

Cuando iba subiendo las escaleras pensando que ya estaba a salvo, oí un ruido fuerte. Habían roto uno de los cristales del portón con algo y salieron corriendo. Esa misma tarde los vecinos y mis padres me echaron la culpa de todo. Sabía que tenía que contárselo a mis padres pero no me hicieron ningún caso. Al otro día fui al instituto un poco nervioso, pero no hubo rastro de ninguno hasta el cambio de clases. Fui a la taquilla y el más alto me dio un empujón haciendo que me diese en la cabeza con la pared, sin dejarme decir nada me metió en la taquilla a la fuerza. 

Después de un rato, empecé a oler a humo. 

-No... -Dije asustado- 

Ese desgraciado estaba prendiendo fuego a la taquilla. Gracias a Dios que un profesor, por la alarma anti-incendios, vino a sacarme de ese infierno. Esa misma tarde juré vengarme, aunque me costara la vida. Siempre se me dio muy bien trazar planes, así que no me costó mucho hacer uno. Haría que ese y todos los del grupo sufrieran uno a uno. Llegó la hora. 

Me decidí por el más pequeño y tímido, tendría la misma edad que yo. El sitio que escogí para este fue el lavabo, el primer sitio que se me ocurrió. En el recreo me escondí para poder observar desde lejos al "blanco". Por suerte no tuve que esperar mucho para que fuese al baño. 

-Tendrá la vejiga como una manzana -Me dije a mí mismo entre risas- 

Cuando se fue al lavabo, fui con él. Me puse a mear a su lado. Pude notar como estaba un poco nervioso. Saqué del bolsillo un cuchillo pequeño, pero lo suficiente como para destripar a alguien. Lo maldije con toda mi alma cuando al intentar defenderse me meó encima. 

-Ohh date por muerto -Dije enfadado- 

Le corté su "mini-pene" por haberme manchado, y unos cuantos dedos por diversión. Después lo acuchillé intentando sacarle las tripas. Cuando terminé mi trabajo, arrastré el cuerpo hacia uno de los váteres y cerré la puerta. Me lavé las manos y cualquier cosa que podría delatarme. 

-1 menos... -Dije frente al espejo- 

Quedaban 2, y quise dejar al que me metió en la taquilla para el final. No sabía que lugar elegir...me decidí por su casa. Cuando terminaron las clases lo seguí sigilosamente para que no sospechara. Al llegar a la puerta miré a los lados en busca de alguien entrometido. Antes de que tocara la puerta le tapé la boca y me lo llevé a unos arbustos que había al lado. Era fuerte, no lo dudo, pero no se podía resistir, estaba acabado. 

-¿Te gusta reírte de mí, no? Bien, vamos a dibujarte una sonrisa. -Dije con una voz vacilona- 

Cogí el mismo cuchillo que utilicé con el otro chico, aún manchado de sangre, y con un poco de esfuerzo le agrandé la boca hasta la altura de las mejillas. Después le saqué los ojos quedando unas cuencas vacías en su lugar. Escondí el cuerpo en otros arbustos que había más atrás. Me quedé satisfecho, pero aún quedaba 1. Lo dejé para el final, como la cereza del pastel, porque para mí, era especial. 

Pero mis planes se interrumpieron cuando, al día siguiente vi un cartel en la puerta del instituto diciendo: 

"Cerrado por obras" 

En el fondo me lo esperaba, de hecho se me habría hecho raro que no lo hubieran cerrado, cómo no, con el cuerpo de un niño con las tripas sacadas en el lavabo. No tuve más remedio que esperar. 

-Mejor para mí, vacaciones -Pensé- 

Al día siguiente mi madre me despertó como siempre para ir al instituto, diciendo que había recibido una llamada del director avisando de que ya estaba abierto. Extrañado dije: 

-¿Tan rápido? 

-Al parecer sí -Dijo mi madre- 

Cuando me fui a desayunar, encendí la TV como de costumbre para ver lo que había, hice "zapping" y me encontré en las noticias que ayer habían encontrado el cuerpo de un niño en unos arbustos, sin ojos y con la boca rajada. Nada interesante. 

Fui al instituto un poco molesto por que lo abrieran tan rápido, pero no pasaba nada, al menos podría terminar lo que había empezado. Cuando vi a mi próxima víctima sola, me alegré. Esperé al cambio de clases, lo esperaba en su taquilla y cuando me vio le dije: 

-¿Y tus amigos? 

Con una cara de maníaco le cogí del pelo y estrellé su cara con la punta de la taquilla una y otra vez...Me dio igual que los otros me miraran con una cara de horror, me estaba divirtiendo. Salpicaba sangre y nadie decía nada, incluso los profesores se quedaban horrorizados. Estaba muerto, sin embargo le dije al oído: 

-Ojo por ojo, diente por diente 

Por fin había terminado mi trabajo, me sentía plenamente feliz. Pero la policía obligó a mis padres mandarme a un manicomio. Ellos se mudaron a otra ciudad y yo me quedé aquí, solo. Pero sentía que había hecho bien, había cumplido con mi propósito, solo quería mandar a esos bastardos al infierno, junto conmigo. 

O almenos eso es lo que creeran cuando vean la carta ..........

CREPYPASTAS¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora