- ¿Por qué me llamaste esta mañana? - pregunté intrigada.
- Pensé que tu coche estaba en el taller, y que quizá necesitabas que te llevasen.
- Ya veo.
- ¿No es un poco pronto para que estés fuera de clases? - no quería decirle sobre mi incidente con el profesor.
- El profesor tuvo que irse. - mentí, empezando a caminar, Harry me siguió.
Él me llevó a casa y a partir de ese día comenzó la rutina de la semana. Él me recogía en la universidad y luego en el club. Pasábamos horas hablando y bromeando entre sí. Era un chico extremadamente guapo, no había duda de eso. Me encantaba la forma en la que sonreía, tenía la sonrisa más brillante que nunca había visto, y tal vez me gustaba todo de él.
No me había dado cuenta de que ya era domingo, la semana había pasado completamente rápida. Harry me llevaba a casa después de recogerme en la universidad. Hacía cursos extras los sábados y domingos, ya que quería graduarme lo antes posible. Era casi de noche, y ese día se me había hecho muy largo. Harry me acompañó hasta la puerta de mi casa.
- Buenas noches. - dije sonriendo.
Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me acercó a él. Podía sentir su aliento cálido en mi oído.
- Bésame. - susurró, enviando escalofríos por mi espina dorsal. ¿Por qué su voz tenía que ser tan sexy?
- No. - respondí en broma. Su rostro estaba cerca del mío, y nuestras narices estaban a punto de tocarse. Sus ojos miraban los míos dándome una mirada traviesa.
- ¿No? - preguntó, tratando de parecer herido. Sus labios rozaron mi mejilla. Le sonreí y le dí un beso corto en los labios. - ¿Eso es todo? Necesito más - dijo con cierto tono infantil.
- No más besos. Eres malo.
- ¿O tienes miedo de no poder controlarte? - añadió.
- Me puedo controlar. - dije segura. Se mordió el labio inferior.
- ¿En serio? - traté de empujarlo, pero no funcionó.
- Tengo que irme. - dije, intentando escapar de la situación. Pero Harry no se movió, y sus labios rozaron los míos seductoramente.
- Sólo un beso, __. - susurró en mi oído, la forma en que dijo mi nombre me hizo dejar de respirar por un segundo.
- Solo uno y... - él no me dejó terminar y me besó con rudeza. El beso era exigente y posesivo. Su lengua buscaba la entrada a mi boca mientras jugaba con mi labio inferior. Abrí la boca para dejar que su lengua penetrara. Cuando salió de mi boca para besar mi cuello, me encontré jadeando. Sus labios húmedos me rozaban la piel de una manera lujuriosa. - Harry... - dije, tratando de controlarme. Se sentía bien estar en sus brazos. Ser besada y tocada por él, como si estuviera hecha para él. Su lengua acarició mi oreja, y me arqueé hacia él.
- Para... - dije, pero no sonó realmente como si quisiera parar.
- No quieres. - sonó seguro. Una de sus manos empezó a tocar mis muslos en una caricia lenta.
- Para... - mordió mi cuello, y después se movió hacia mi boca, en un beso húmedo pero a la vez caliente.
- Ha dicho que pares. - dijo una voz airada a nuestro lado. Harry me soltó y se apartó.
- Alex. - dije sorprendida y avergonzada. No podía dejar de sonrojarme.
- ¿Tú eres su hermano? - preguntó Harry, relamiéndose los labios rojos.
- Sí, soy su hermano. Y me gustaría tener una conversación con el hombre que está saliendo con mi hermana. - dijo. Harry le sonrió.
- Esto no es necesario. Vamos. - le dije, agarrándole del brazo.
- Ve dentro, __. Mamá te está esperando.
- No dejaré que hagas nada. No soy una niña. - dije enfadada.
- Entonces deja de actuar como tal.
- No me moveré, Alex.
- Bien. Entonces hablaré con él delante de ti. - dijo con indiferencia.
- ¿Qué tienes que decirme? - preguntó Harry divertido. Esto no podía ser bueno.
- Sólo quiero dejarte claro que ella no está sola. Es mi hermana, y si estás pensando en tenerla como amante o lo que sea, patearé tu culo. No permitiré que la manejes como a ti te de la gana.
- No eres quién para meterte en la relación de tu hermana. Ella ya es mayor. - respondió Harry en voz alta.
- Claro que sí. Es mi hermana. Así que respétala, puede ser ingenua, pero no dejaré que juegues con ella.
- No juego con ella. - el rostro de Harry era inexpresivo.
- Será mejor que no, de lo contrario te las verás conmigo.
- No te tengo miedo. - Harry dio un paso adelante.
- ¿De verdad? - Alex dio otro paso. Tuve que parar aquello. Me metí en medio de los dos.
- Basta. ¿Podemos entrar, por favor? - Harry y Alex compartieron miradas. Alex me llevó dentro de casa sin siquiera dejarme decir adiós a Harry. - ¿Qué estás haciendo? No pude decirle adiós. - me quejé, dándome la vuelta para hacer frente a Alex.
- ¿Has visto lo que estabas haciendo? ¿Es con ese tipo con el que te estabas viendo? - Alex caminó hacia el sofá y se sentó, encendiendo la televisión.
- Deja de tratarme como una niña.
- Haré lo que me dé la gana. - contestó, haciendo que la ira corriera por mis venas.
- Déjame controlar la situación. No necesito tu ayuda. Hasta el momento, nunca la he necesitado. - le grité, Alex se levantó y me miró.
- ¿Control? ¿A eso lo llamas control? - señaló al exterior. Sabía que se refería al hecho de cómo me había encontrado con Harry. - Si no puedes trazar una línea de respeto, lo haré yo.
- No es de tu incumbencia dibujar esa línea.
- Por supuesto que no, pero ya que tú no lo haces, tendré que hacerlo yo.
- No tienes que hacer nada. Déjame en paz. - grité furiosa.
- Sólo espero que puedas mantener las bragas en su sitio. No me fío de él. - dijo, y eso me dolió. Subí las escaleras a paso rápido dejando a mi hermano en medio del salón, con una mirada sorprendida.
¿Qué insinuaba? No era una cualquiera. No. No era como Megan.
¿O quizá si lo era?