"Entre gritos ahogados y sentimientos de añoranza"

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Todas y cada una de aquellas noches yo me mantuve despierto, hasta llegadas las tres de la mañana, simplemente pensando en ella; resguardando el recuerdo de su sonrisa, dibujando su rostro en el aire, recordando el sonido de su dulce y peculiar risa, vislumbrando esos enormes ojos color miel en la inmensa oscuridad de mi solitario cuarto.
Pero nunca me atreví a llamarle y confesárselo.

Quizá debí hacerlo; tragar el orgullo y decirle que le extrañaba, que aún le quería y que se paseaba en mi mente constantemente. Pero el mundo no funciona así. Las personas preferimos tragar el dolor y dejar que nos consuma por dentro. Entre gritos ahogados y sentimientos de añoranza.

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