2. Mitad. Part. ll

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Justo cuando termino de oírse la melodía, todos comenzaron a aplaudir y a chiflar. Aristóteles mantenía su mirada baja para bloquear tener a la vista unas de sus lágrimas bajando por sus mejillas, las limpió disimulando tener algo en el ojo y miró al frente para sonreír.

Diana llegó a él dándole a entender que su presentación ya había terminado y ahora seguía introducir algunas cosas para terminar con la despedida a los de último año de preparatoria. Lo felicitó y él rizado agradeció para después caminar a donde estaba su asiento.

Mientras iba a su lugar, miró a donde se encontraba Temo, sorprendiéndose de que él ya estaba mirándolo. El aire se fue de sus pulmones haciéndolo parar en seco. Temo hizo una señal con su cabeza para que lo siguiera a uno de los salones escondidos y al principio no supo cómo reaccionar, pero casi corrió hasta ahí.

Llegó al salón y miró al más bajo. Este lo observó unos momentos.

—Quiero que esto sea rápido.—escuchó como su voz era profunda.—¿Por qué lo hiciste?

Pasó la lengua por los labios.

—Porque quiero pedirte disculpas de todas las maneras posibles.

—¿Disculpas? ¿Estás hablando en serio, Aristóteles Córcega?

—Sí. Muy en serio.

Hubo silencio incómodo por unos minutos.

—Pasé semanas, Aristóteles, semanas tratando de sacarte de mi mente. Pidiendo por olvidarte y seguir con mi maldita vida.—informó acercándose un poco más.—Pero no es fácil. Me hiciste creer cosas erróneas, me mentiste y sobre todo me lastimaste. Rompiste mi corazón en segundos.—suelta un suspiro cerrando los ojos.—Ahora vienes, cantas una canción, pides disculpas y dices que me amas públicamente. ¿Estás seguro de que todo está bien contigo? Porque todo lo hiciste sin pensar en si yo quiero perdonarte.

Después de sacar todo eso, Temo tapó su rostro con sus manos para evitar soltar un grito de frustración. Ari sólo se trataba de componer.

—Lo sé y lo entiendo, Temo. Me siento un descarado tratando de pedirte disculpas y hasta planear recuperarte luego de haberte hecho sufrir.—metió sus manos a los bolsillos delanteros del pantalón.—Pero ya no puedo cargar con esto, ¿Sabes? Estoy por los suelos recordándome la basura que fui esa noche contigo. Teniendo miedo a la opinión de las personas, a decepcionar a mi familia y... Mira, lo siento, lo siento mucho por todas esas palabras tontas e idiotas que me anime a pronunciar, también por hacerte llorar y romperte el corazón de esa manera. No lo merecías y nunca lo merecerás, Cuauhtémoc.

—No puedo perdonarte así de fácil, y creo que no puedo hacerlo nunca.

Sintió cómo el cuchillo entraba en todo su ser, desgarrándole el alma. Tenía muy presente que eso podía pasar y que se lo merecía.

—¿Cómo pude hacerte eso? Maldita sea, aún no llego a reconocerme.—se recargó en la pared, se quedó pensando y luego miró a Temo quien estaba con sus brazos cruzados.—Me encantaste desde el primer día en que te vi, créeme. Ese día estuve con eso rodando por mi cabeza, pero soy un idiota. Un maldito idiota que no piensa.

—Por lo menos lo tienes presente. Eres un idiota.—afirmó.—Un idiota que logró enamorarme de una manera tan inesperada y con un por ciento tan bajo.—dejó caer sus brazos al lado del cuerpo.

—¿Aún me amas?

Temo casi se ahoga. Desvió la mirada y se la pensó en contestar. Pero sabía perfectamente su respuesta.

—Sí.

—¿Ya no puedo recuperarte, verdad?

Alguna vez en su vida se prometió algo; "Si me rompen el corazón una vez, esa persona se va de mi vida... para siempre." E iba a cumplirlo con todo el dolor de su corazón.

—Ya no.—susurró, sintiendo sus ojos picar cada vez más.—No puedes.

Aristóteles sollozó levemente pegando su cabeza a la pared, cerró los ojos y trató de controlar su respiración, de calmar el sentimiento más doloroso que alguna vez haya sentido: El rompimiento de su corazón.

—Una ultima cosa antes de dejarte ir para siempre, Cuauhtémoc López.

—D-dime...

—¿Puedo besarte?

Temo lo miró enternecido. Dejando que sus ojos admiraran la belleza del más alto, haciendo memoria de la persona que fue su primer amor y de la que le rompió el corazón.

No contestó y se acercó al rizado rápidamente, juntando sus labios. Al principio sólo estaban inmóviles, pero al primer movimiento, sintieron la descarga sentimental, la química perfecta y ese amor que iban a sentir por el resto de sus vidas.

Temo puso sus manos en las mejillas de Aris y este pasó sus manos por su cintura, ambos se pegaron más para disfrutar de ese último primer beso.

Lastima que todo tenía un fin.

La falta de aire hizo presciencia obligándolos a separarse centímetros, se miraron y casi se echan a llorar de nuevo, pero tenían que decirse adiós.

Ya debían soltarse.

—Te perdonó, Aristóteles.—murmuró casi encima de sus labios.—Y te amo. Lo seguiré haciendo mucho tiempo.

—Te amo, te amo, te amo...—susurró Aristóteles.

Con todo el dolor en su corazón y alma, Temo se separó de él, alejándose unos pasos temiendo que vuelva a lanzarse a besarlo y jamás separarse de él.

—Espero poder encontrarnos de nuevo.—sonrió.—Adiós... Ari.

—Adiós, Temo.

Fue ahí donde se dieron cuenta que no importaba cuando amabas o quisieras a alguien, si la vida te dice no, es no.

Ambos tenían presente algo ahora: Jamás romperle el corazón a una persona que te ama y que te considera su otra mitad.





🤜🏻🤛🏻

*Mario: Es un personaje inventado por mí, no tiene nada que ver con MMT+F ó la vida real de los actores.

Discúlpenme por seguir con algo sad después del primer one-shot de Año Nuevo.

*le pegan*

Ah qué.
¡Espero que lo hayan disfrutado mucho!

Nos estamos leyendo en el siguiente.

Choose love and treat people with kindness.

¡Amor y libertad!

Tú siempre serás mi corazón. [one-shots aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora