Capitulo 10

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No habían llegado al dormitorio cuando sonó el móvil de Miriam.

Ésta maldijo, pues en sus planes no entraba hablar con nadie. Como mucho con el repartidor de comida a domicilio, pues su intención era no pisar la calle. Al mirar la pantalla, torció el gesto.

—Sea lo que sea, no, no puedo —le disparó a su hermana.

—Oye, tonta del culo, para una noche que tengo libre, digo yo que podrías hacer un esfuerzo y venir a casa. Tienes un sobrino que no te ve el pelo.

—Ya... —murmuró Miriam, sabiendo que ese motivo era una burda excusa para cotillear—. Sabela, que nos conocemos.

Ana la miró divertida y terminó de quitarse la ropa. Si hubiera sido una chica más atrevida, desde luego se habría paseado delante de miriam desnuda, sin embargo, optó por cubrirse con la camiseta que había usado para dormir.

—Venga, no seas petarda —insistía Sabela y ella, de reojo, no se perdía detalle de los movimientos de Ana.

Una curiosa mezcla de ingenuidad y tentación que estaba volviendo a excitarla

—Se lo preguntaré —dijo miriam tapando el auricular y se dirigió a Ana —: Es mi hermana, insiste en que vayamos a su casa.

—Ah... bueno, me parece bien —murmuró ella encogiéndose de hombros.

—Oye, mi idea era comportarnos como dos adolescentes que tienen la casa para ellas solas y sólo piensan en follar en la cama de los padres, beber y divertirse.

Ana emitió un gemido y reprimió una sonrisa para no darle alas, pese a que la idea era estupenda.

—¿No necesitas, digamos, recuperarte? —la provocó y Miriam esbozó una sonrisa lobuna que despejó todas sus dudas—. Vale, no he dicho nada.

—Entonces... ¿sexo desenfrenado o... —borró la sonrisa pícara y puso mala cara para añadir—: reunión familiar con menores de edad incluidos?

—Hummm, pues no sé —titubeó divertida—. ¿No podemos tener las dos cosas?

—De acuerdo, sí, nos vemos en una hora —le dijo a su hermana, que, por cierto, resopló.

-Ya te ha costado decidirte —replicó con ironía.

—Adiós, Sabela —finalizó la llamada miriam sin darle opción a réplica y palmeó el colchón para que Ana se acercara—. Y ahora... —miró el reloj — sucumbamos a los placeres carnales.

—¿Placeres carnales? —repitió ella arqueando una ceja, mientras se acercaba despacio.

—Que vamos a follar —le aclaró ella riéndose.

—Ah, vale.

Y follaron.

* * *

—Vaya cara de susto que me traes —comentó Sabela dirigiéndose a Ana al verlas entrar.

—Las motos y yo no hacemos buenas migas —alegó ella resoplando—. Y tu hermana insiste en pasearme en ella.

—Eso es porque no le has pillado el tranquillo... De todas formas, tranquila, estoy segura de que miriam te compensa el mal rato... —Se detuvo y achicó la mirada—. Aunque me atrevería a decir que ya te ha dado un adelanto.

—¡Sabela, joder! —exclamó su hermana, fulminándola con la mirada—. ¿Dónde está mi sobrino favorito? —preguntó para cambiar de tema.

Todo es posible menos túWhere stories live. Discover now