Capítulo 1

1.6K 20 2
                                    

Las nueve de la mañana. Y aquí estoy yo un día más, mirando la taza del café y preguntándome qué coño es lo que puedo hacer con mi vida. Agarro el periódico, miro la sección de empleo y cómo siempre nada. No hay nada que encaje conmigo.
Sé que la cosa está complicada, que no se puede ser exquisito y que hoy en día, el que tiene un trabajo es cómo si le hubiese tocado el gordo. Lo sé, pero me niego a tirar por la ventana el esfuerzo que hice para ser periodista. Me niego a tirar a la basura el sacrificio de tantos años para agarrarme a un trabajo en el me van a pagar quinientos euros, eso contando con que tenga suerte. Miro, remiro, me frustro y el periódico acaba en la esquina del sofá, ahí, junto a Mini, mi chihuahua. Ella me y mira mueve la cola cómo si le hubiera lanzado la salchicha más cara del mundo.
-Tú sí que vives bien, todo el día tirada en el sofá, comiendo y bebiendo gratis, y con mimos siempre que te da la gana. - Le digo a mi perrita.
Ella, que me entiende a la perfección, o al menos eso parece. Se levanta para acercarse a donde estoy yo, se tumba panza arriba y espera para que le rasque en la barriguita.
-¿Lo ves? Lo que yo te diga, eres una puta. - Digo rascándole la panza.
Afanada estoy en hacer feliz a mi compañera de vida cuando mi teléfono suena, miro la pantalla. Luis, mi novio.
Antes de contestar puedo imaginarme lo que me va a decir.
Que si ya tengo trabajo, que si no puedo seguir así, que si tengo que ponerme las pilas y un largo y más largo etc. Así que sin muchas ganas descuelgo para ver de qué forma me toca hoy los ovarios.
-Qué. - Digo sin gana alguna.
-Buenos días perezosa. - Responde Luis llevando mi nivel de enfado al nueve y medio en una escala de cero a diez. - Tengo noticias para ti.
-A ver, dime. - Digo poniendo los ojos en blanco.
-Te he conseguido una entrevista de trabajo en un periódico.
-Inmediatamente mis ojos se abren cómo platos. ¿Trabajo en un periódico?
-¡Cuéntame! - Exijo con notable impaciencia.
-Bueno, pues he estado hablando con un compañero de trabajo, y resulta que tiene un primo que es el dueño del periódico de la ciudad, están buscando a alguien para escribir columnas o qué sé yo y le he hablado de ti. Mañana a las nueve de la mañana tienes la entrevista. - Me cuenta Luis con el mismo entusiasmo que yo pongo al recoger una de las caquitas de Mini.
-¡Pero eso es estupendo! Ahora mismo imprimo el currículo y preparo todo para estar mañana cómo un clavo allí, así que esta tarde te pasas por mi casa, me dices donde queda el sitio y me explicas un poco, ¿de acuerdo?
- Digo con el entusiasmo en la estratosfera.
-Bueno, Irene, relájate, ya sabes que no es fácil, que tienes poca experiencia... No sé yo creo que... 
- Comienza a decir Luis con ese tono que tanto me saca de quicio.
-Mira, que te pases esta tarde por mi casa y me digas donde queda el sitio ¿vale? Pues en eso quedamos, adiós.
- Le digo, y sin darle tiempo a contestar cuelgo la llamada.
Menudo gilipollas, siempre contagiandome con su negatividad de mierda. Pero no, no estoy dispuesta a que me chafen mi felicidad. Mañana haré mi entrevista para el puesto en el periódico, y aunque me toque escribir los horóscopos y me los tenga que inventar, por lo que más quiera que yo consigo el puesto.
De un salto me levanto del sofá, camino por el salón y salgo hasta el pasillo, giro a la izquierda en la segunda puerta y entro a mi habitación, rodeo la cama, abro el último cajón del sinfonier,  cojo el portátil, giro sobre mis talones y nuevamente regreso al salón, lo dejo sobre la mesita baja que hay frente al sofá, y cruzo la puerta de la cocina para prepararme otro café, cojo la taza y me siento frente al portátil dispuesta a poner mi futuro en marcha.
Tecleo, borro, cambio fechas, pongo esto aquí, aquello allá y en menos de lo que canta un gallo mi currículo está actualizado, lo imprimo y listo para entregar. Me quedo con el papel en la mano, mirándolo igual que un niño miraría el mapa de un tesoro y no es para menos, ahí puede estar el trampolín que me impulse a hacer lo que siempre he soñado. Es verdad que he desarrollado trabajos de este tipo, pero ser becaria en una revista y la que hace las fotocopias en otra no es mi sueño la verdad. Pongo mi preciado papelito en una carpeta para que esté a salvo y comienzo mi mañana.
La fresón, la escoba y compañía forman parte de mi día a día, de hecho, creo que los trapos se han convertido en una extensión de mi cuerpo, pero es la única forma que tengo para distraerme, y funciona, ya lo creo que funciona.

Simplemente tuya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora