Volviéndote loco

3.Todo puede empeorar.

-Lo sé. Suerte, Lowie. Recuerda que si piensas en positivo, las cosas saldrán bien. Nada puede ir peor.

Eso fue lo último que escuché de él antes de ir a clase.

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Bueno, todo fue de mal en peor. Para empezar, me perdí por los pasillos luego de que tocó el timbre. Así que estuve unos quince minutos rondando por ahí, no pensaba entrar en un aula a preguntar donde quedaba, mi orgullo no me lo permitía, me moriría de vergüenza. Al llegar a mi clase correspondiente. Desde fuera, se escuchaban los gritos de los alumnos, parecía ser que el profesor aún no había llegado. Me sorprendí cuando alguien me tocó el hombro con su mano. Al darme la vuelta, me encontré con un señor de no mayor de cincuenta años, que me miró con mala cara. 

-Tú debes ser la nueva. - me dijo con su voz grave. Asentí. -Llegas tarde.- abrió la puerta y al hacerlo recibió una bola de papel en el medio de la cara. 

- ¿¡QUIÉN FUE?!- preguntó enfadado. Todos callaron. Genial, ahora me tengo que presentar en estas condiciones, luego de una riña. - Si no me dicen quién fue, les daré un acta colectiva.- Todos comenzaron a quejarse. Yo todavía estaba fuera del aula cuando el profesor me invitó a entrar.

-Bien, preséntate. -Todos dirigieron su mirada hacia mi. 

Respiré hondo, caminé hasta llegar al lado del profesor. Miré hacia el frente.

-Soy Willow Smith. -dije mirando hacia el frente, luego de decir eso, le eché al profesor una mirada suplicante como para que me dejara sentarme. 

-¿Alguna pregunta para la señorita Smith? -Genial, ¿no me podía tocar un profesor normal que se conformase con mi nombre y nada más? Una chica levantó la mano y el profesor le dio la palabra.

-¿De dónde vienes?

-Soy de New York. 

-¡Tenemos una neoyorkina! - se escuchó un grito del fondo. ¿Qué no es normal venir de diferentes partes del país? Otra mano se levantó en el fondo y nuevamente le dio la palabra. 

-¿Estás soltera? -Todos comenzaron a reír. Sentí cómo el calor subía por mejillas, teniéndome de un rojo la cara, traté de ocultarlo bajando mi cabeza para que mi pelo cubriese mi rostro.  

-Silencio, por favor. -Pidió amablemente. -Tome asiento. -me señaló un lugar que estaba vacío junto a un chico que parecía estar durmiendo, los mechones que sobresalían de su capucha eran negros y lacios, la piel que se podía apreciar gracias a sus manos era pálida. Me senté junto a él... o también podría ser ella.

-Señor Wallas, despierte, no venimos a enseñar para verlo dormir. -dijo el profesor golpeando fuertemente la mesa con un libro. Nos sobresaltamos, ambos, ya que estaba distraída viéndolo. Estaba despeinado, sus rasgos estaba bien marcados, sus ojos eran grises medios verdosos. El hombre lo miro mal y se dirigió hacía la pizarra. El chico acercó su boca a mi oído sin que me diera cuenta, me asusté cuando sentí que me hablaba. Su voz era ronca.

-Oye, ¿me puedes decir de qué color son mis ojos? - lo miré extrañada. 

-Mmm... son de un gris medios verdosos.-le dije alejándome un poco.

-¿Sabes lo que significa eso? -negué con la cabeza- lloverá. Puede que tú también tengas ése don como también pueda que no. -El profesor nos miró mal, tratando de advertirnos sobre las consecuencias. 

-Me presentaré, soy el profesor Daniel Thomson. Ahora quiero que guarden silencio y también todo lo que tengan sobre la mesa y que sólo dejen su estuche sobre el banco. El director avisó que hoy habrá un examen evaluador entre la clase A y la clase B. Son exactamente iguales y los resultados se darán la semana entrante. Serán colgados en la tabla de calificaciones según la nota que se les habrá puesto. -Dicho esto comenzó a repartir las hojas con las preguntas por todo el salón. Empecé a preocuparme, no había estudiado, ¿y si me iba mal? estaría en la tabla de calificaciones, donde todos la podrían ver, sería perder mi orgullo.