El Superidiota Padre

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Shoyo había visto pocas veces a su padre debido a su trabajo como científico, así que se llenó de dicha al saber que su padre al fin los vistaria. Lo que no esperaba es que, sin haber pasado la puerta ni siquiera, Le ofreciera tomar un té, afirmando que había probado un tipo nuevo que Le había gustado en sobremanera.

Hinata, confiando en su padre, asintió, moviéndose hacia la cocina pero su padre lo retuvo.

- Espera Sho-Chan, ve a sentarte, tu madre me ha contado que acabas de llegar de una práctica de Voley, es mejor que reposes.

- ¿Seguro papá? No estoy tan cansado, ya sabes que el Voley anima mi corazón y sana mis heridas - Dijo Hinata recordando una frase de las que había estudiado con Yachi

- Vamos hijo, ni que estuvieras hablando de tu novio... ¿ Cómo se llamaba... Kageyama, puede ser?- Habló el señor Hinata con tono burlón, sabiendo ya de las preferencias de este.

-Papá... Aún no me confieso, ya sabes que si Kageyama lo tomara mal yo saldría perjudicado.- Comentó Hinata con tono entristecido y con la cabeza gacha.

- Tranquilo hijo, no valla a ser que te atrape esa nueva enfermedad... Hanahaki Desies, y te mueras por un mal de amores.

- OH, venga ya papá, ni que cosas como esa existieran, es como una vuelta atrás en el tiempo o esa sandez de los Neko kids (Los amo, son mi vida pero sinó no hay trama ni conversación), no hay posibilidades de que existan ni de que se puedan crear.

- No seas tan incrédulo hijo, la vida te puede sorprender.- dijo el padre con una sonrisa maliciosa, pensando en lo que iba a hacer.

-  Lo dudo papá, lo dudo.

Después de esa conversación y con el té hirviendo en la tetera, padre e hijo se levantaron para servir las tazas en el salón. Estuvieron hablando sobre temas muy amenos, pero Hinata se dio cuenta de que él te sabía raro. Se lo atribuyo aquí el té no era conocido para su paladar.

Ya por la noche hinata se fue a dormir con el estómago revuelto, y despertó debido al fuego que rodeaba su cama y su habitación. No sabía de donde provenía las llamas, pero era consciente de que algo había cambiado, su cuerpo no se sentía como antes y la habitación parecía mucho más grande. De golpe y porrazo apareció alguien vestía estraños ropajes, el niño pronto se dio cuenta de qué era un bombero quién estaba delante suya.

- Hola pequeño, tranquilo, ven aquí, hay que salir de la casa, pronto caerá encima de nosotros.

¿Pequeño? pensó Hinata extrañado por la forma que tenía de hablarle el bombero. Él era un adolescente, si era pequeño para su edad pero tampoco parecía un niño, ¿no?

Bueno, de todas formas no era el momento para pensar en esos detalles. Los cimientos de la casa iban a acceder así que Hinata se levantó a toda prisa, desnudo puesto que la ropa se le había caído en el proceso y corrió hacia el hombre que lo cogió en brazos.

Consiguieron salir por los pelos viendo como la casa explotaba detrás suya. Hinata, de golpe, se dio cuenta de que el hombre lo estaba cargando, lo que era un poquito extraño puesto que él era mayor.

Miró hacia abajo y descubrió, aparte de una pichurrina muy pequeña, que su cuerpo había encogido y qué estaba empezando a olvidar cosas. El hombre empezó a mecer lo al ver qué de los ojos del niño empezaban a caer lágrimas y su cuerpo se sacudía en espasmos al ritmo de los sollozos. El niño cayó pronto en un sueño profundo del que, después de unas horas, despertaría en el hospital con un brazo vendado por quemaduras de primer grado.

Lo primero que Hinata creyó ver fue el rostro de su madre, quizá un poco más joven, pero el mismo. Luego, al enfocar mejor, se dio cuenta que no era más que un chico de cabellos blancos que estaba llorando a moco tendido.

Por la puerta apareció un hombre acompañado de una mujer. Él llevaba una bata blanca y, en la mano, sostenía un sobre con informes. Ella, en cambio, iba vestida de oficina, con un pantalón amplio y formal color granate oscuro y una camisa blanca.

El enfermero fue el primero en hablar:

- Hemos hecho la pruebas de ADN con la muestra que nos entregaron y, sí, el niño comparte en mismo material genético. En los archivos constaba como Hinata Shoyo, 16 años. Pero, actualmente, tiene 4 años y 5 meses.

- Pruebas recientes afirman que nadie más ha sobrevivido al incendio conscientemente, todos han quedado en coma y, en el despacho del señor Hinata se han encontrado esquemas de una nueva fórmula química que, cito textualmente, " Es eficaz en ratones, y estos vuelven a la edad que deberían tener en 3 meses, los efectos en un humano son los mismos." - Recitó la mujer con expresión seria- Durante esos dos años, a no ser que se le encuentre una familia, lo acojerá una institución gubernamental para definir cuáles son los efectos en él y probablemente, investigar su cuerpo y mente de maneras poco éticas.

- No será necesario. - Dijo un hombre con peluca y un grano enorme en la mejilla.

- ¿¡ Subdirector!?- Gritaron a coro los adolescentes presentes en la sala. Habiendo un máximo de 2 visitas relacionadas con el paciente, estaban ahí Sugawara Koushi y Sawamura Daichi.

- Silencio alumnos, no hay de que preocuparse. En el foro de profesores y en la asamblea de estudiantes se ha decidido aceptar el niño, es decir, un la propia institución lo adoptará pero, vosotros, habiendo hecho la petición deberéis encargaros del niño. Bueno, no sólo vosotros, el Club de Voleybol en general. Hoy mismo se dará el anuncio en el centro.

- Gracias- Agradeció Daichi- por no dejarlo a solas, nuestros padres no hubieran podido intervenir.

- De nada, además, tengo un mensaje de la recepción, es hora de que salgan, hay algunos de vuestros compañeros esperando para entrar - Después de explicar eso, se fue tan rápido que se le calló la peluca.

- Ho-Hola- mencionó Hinata entrecortadamente, su voz sonó vacilante y sus ojos se llenaron de lágrimas- ¿ Quiénes sois?

- Hey, tranquilo Hinata, ¿ no nos recuerdas? - Preguntó Daichi sorprendido

- Posiblemente sufra amnesia, o quizá sea un efecto del suero que le dio su padre. - Intervino el enfermero haciendo su hipótesis

- Vale, entonces, mi nombre es Sugawara Daichi y el suyo es Sugawara Koushi. Nos encargaremos de ti.

- Él se parece a mi mamá- Comentó Hinata señalando a Suga- te llamaré Suga mamá- su voz tierna y sus ojitos lagrimeantes hicieron que Suga asintiera, aún estando inconforme.

- Y a ti te llamaré Dadichi, ¿ está bien?- La voz del niño seguía siendo tierna.

- Bueno, pero procura no llamarnos así en público,¿ vale?

El niño asintió, perdiendo el último recuerdo que tenía de su pasado, a Kageyama haciendole un cumplido con una cara demoníaca. Aunque pronto volvería a conocerlo.

Chibi-can: Bebé-Hinata y los superidiotas del voley! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora