En medio de la noche una pequeña de cabellos plateados corría tan rápido como sus piernas se lo permitían. Detrás de ella un par de seres salvajes la perseguían, sedientos de sangre. En sus destellantes ojos amarillos podía verse el hambre que los movía, y poco a poco, mientras más ramas golpeaba y con raices se tropesaba, estos iban acercándose un poco más. Sus colmillos relucían gracias a la luz de la luna, dándoles un aspecto misterioso y siniestro, sin embargo, la niña no tuvo tiempo de pensar en lo aterradores que eran, pues antes de que pudiese voltear la mirada, una prominente rama se cruzó por su camino, y sin ser capaz de esquivarla cayó al suelo. El dolor no tardó en aparecer, y con ello, sus gritos y llantos. Al tomarse la cabeza pudo notar que sangre salía de esta; había sido un golpe considerable, que de hecho la había desorientado, pero los animales no prestaron atención a esto, por el contrario, pareció avivar aún más sus ansias de comer.
Para una pequeña de 8 años morir era un destino cruel, quizás demasiado; pero en ese momento, con la cabeza palpitando de dolor y con los depredadores a solo unos pasos, no veía cómo podía salir de allí con vida. En su rostro ya podía sentir la saliva y el cálido aliento de la bestia. Temerosa de lo que sucedería después, cerró los ojos y sollozó en silencio.
Pero la segura muerte no llegó jamás, el dolor no se extendió, la dentadura de los animales no se cerró alrededor de su cuerpo. Contrariamente, era uno de aquellos seres quien yacía en el suelo a varios metros de donde estaba. Su pelaje frondoso y negro se manchaba de la sangre que salía por uno de los costados, y lo que antes parecían enormes y poderosas patas, ahora solo temblaban erráticamente antes de morir. Frente a él se encontraba un enorme animal de pelaje blanco y alargado hocico, en dos patas. Probablemente mediría dos metros, y sus garras estaban manchadas por un líquido carmesí. Sintió náuseas, pero también una extraña sensación de seguridad, como si un velo la cubriera y le asegurara que todo iría bien. Por el contrario, sus instintos le gritaban que aquello no estaba bien, que probablemente la atacaría tras acabar con ellos.
Incluso con ese pensamiento en mente, fue incapaz de levantarse del suelo. Un par de segundos después tuvo que cerrar los ojos al ver que el albino animal alzaba al contrario y tiraba de sus extremidades. No quiso oír ni ver absolutamente nada de lo que sucedería después.
Una vez más, la muerte parecía ceñirse sobre ella para darle el último golpe.
No sabía cuánto tiempo había pasado, ni cómo había llegado, pero la estancia que tuvo en el bosque le dio a entender rápidamente la crueldad de la naturaleza, se identificó como una presa, corriendo y siempre tensa ante la posible aparición de un depredador. Al ver que era incapaz de hacer nada, hizo lo que ya había visto decenas de veces: se dejó caer, simulando su muerte. Pero tras un momento, el animal que había terminado con los otros dos le dio la media vuelta, dejándola mirando hacia el cielo. No movió un solo pelo, ni siquiera sus ojos para ver lo que hacía la bestia, quien apoyó su cara de costado sobre su pecho. Sintió que todo se paralizaba. Su corazón había comenzado a latir desbocado debido a la adrenalina, podría escucharlo, lo sabía.
Con temor alzó la cabeza a tiempo para ver que en la bestia aparecía una expresión de... ¿Alivio? Casi creyó que la quería viva, pero ¿Para qué? Aquello se escapaba de la realidad que conocía.
Finalmente, así fue, cada acción del animal escapó de su conocimiento. Este utilizó su enorme cuerpo para rodear a la pequeña, como un abrigo, y la cubrió con sus patas para así acurrucarla junto a su cuerpo y pelaje, uno curiosamente suave y sedoso, totalmente contrario a su apariencia. Desde lejos le daba el aspecto de una impenetrable armadura.
Temerosa de lo que podía suceder, intentó permanecer en vilo tanto tiempo como pudo, sin ser capaz de conciliar el sueño, pero tras unos minutos, la suavidad y el calmado latir de la bestia acabó por borrar su miedo y le permitió sumirse en un profundo sueño como no había tenido antes.
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En búsqueda de la verdad
FantasyEn ocasiones, aquello que te hace especial, se vuelve también una maldición. Una mentira constante que te lleva hasta lo más profundo del abismo, y cuando ya nada más puedes hacer, buscar la verdad es la única forma de salvarse. Descubrir quién eres...