III

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La joven princesa contemplaba su reflejo en el tocador mientras cepillaba su cabello alborotado, el rostro del muchacho era un enigma en su memoria, no recordaba haberlo visto nunca hasta aquella noche desagradable.
Mientras tanto en el reino los soldados hacían el cambio de guardia, los sirvientes terminaban de preparar la comida fresca del día y algunos hombres se tambaleaban por los jardines aún borrachos. La palabra "virgen" y su sonrisa egocéntrica se clavaron en su mente, debido a esto, no pudo dormir en toda la madrugada y sin más remedio decidió levantarse a practicar su tiro con arco. Haría todo lo posible por mantener sus recuerdos ocultos en lo más profundo de su ser, y no dejaría que aquellas palabras la atormentan un minuto más de su vida.

A pesar de ser una mujer, su padre le dió total libertad para que hiciera lo que quisiera, estaba mal visto por los hombres del reino que una mujer practicara arquería y defensa con espadas, eso era algo solamente digno de un hombre lo suficiente maduro y capaz, pero aquello no le importaba ni una pizca, era la princesa de Arathor y podía hacer lo que se le diese la gana, y ahora sería reina.
Dos golpes secos en la gran puerta se oyeron resonando en la silenciosa alcoba, Rose observó su reflejo por última vez en el espejo para ponerse de pie y así arreglar sus ropas antes de que la vieran por primera vez en el día. Tenía que mantener la elegancia intacta en todo momento, algo que siempre supo.

— Puede pasar.

Ordenó con voz firme y característica, segundos más tarde, lady Agnes se adentró al lugar cerrando la puerta a sus espaldas no sin antes, dar un vistazo hacia ambos lados del gran y frío pasillo. Al verla, la princesa se dejó caer en el pequeño cojín frente al ventanal que estaba a un lado de su cuerpo tras caminar unos pequeños pasos para que la tenue luz de la mañana iluminara su rostro, ellas cuatro eran las únicas que le calmaban los nervios que le causaban todos los demás. Tras una reverencia, la dama se apresuró hasta donde se encontraba, sentándose a su lado tratando de acomodar todas las palabras en su cabeza para formar una oración coherente.

— ¿Qué sucede? —ahora la voz de la futura reina era calma y dulce, pero escondía preocupación ante la cara que llevaba la castaña y su característico porte frío le era imposible de quitar.
— Tengo la información que me has pedido —habló sin dirigirle la vista puesto que la frialdad por parte de la azabache la incomodaba— Descuida, he sido lo suficientemente discreta. He persuadido a una de las sirvientes y me ha dado todo lo que sabe.
— Pues dilo de una vez Agnes... —sonrío al ser llamada por su nombre, y se acomodó mejor en el asiento esta vez mirando a la princesa.
— Su nombre es Connor II, es un príncipe de un reino cercano pero no se sabe de dónde, o por lo menos esa mujer. Conoces a las sirvientes y su falta de intelecto —la azabache asintió y dibujó una pequeña sonrisa en su rostro ante el comentario— Según por lo que se dice por los pasillos no está a gusto con su reino y por cómo se manejan en ese lugar, por ese motivo se mantiene lo más alejado posible descubriendo nuevas tierras o aprendiendo culturas nuevas. Viene del oriente y tiene pensado volver lo antes posible.
— Entonces debemos saber qué es lo que hace aquí, cuál es su propósito o motivo por el que está en el mío. No quiero más problemas.
— Hablas como una reina, mi querida amiga.
— Ni lo menciones, me da náuseas el saberlo —la joven se puso de pie al hablar, borrando todo pensamiento de su cabeza portando la corona de oro— Prepara mis cosas de arquería, y llama a las demás para que me preparen.

Lady Agnes, decepcionada por la actitud de su amiga, se puso de pie y luego de una reverencia se marchó del lugar dejando a una pensativa princesa a solas. Ahora aquél rostro tenía un nombre y no era un cualquiera sino que se trataba de un príncipe, alguien de su mismo estatus y quién se había atrevido a llamarle virgen. Un descarado pensó, y segundos después de caminar los pocos pasos que la separaban del gran armario lleno de sus vestidos, se echó a correr al más cercano recipiente para vomitar en el. La noche anterior, el alcohol, y el enigmático príncipe Connor le estaban haciendo la vida imposible, o por lo menos el comienzo del día.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2022 ⏰

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