III: Colores

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— ¿Dónde vivimos?

— En el lado norte.

— ¿Quién es el presidente?

— ¿Te refieres del país?

— Sí.

— Obama

— ¿El senador?

— Exacto, tú votaste por él.

— ¿Lo hice? 

— Pues bienvenido a casa.

— ¡Sorpresa! — En el departamento, estaban toda la gente que aunque desconocida para Law, ellos aún recordaban quién era él.

— Me alegro de verte, íbamos todos los días al hospital pero Kid no quería abrumarte, te extrañamos.

— Supongo que somos amigos..

— Soy Sachi y él es mi novio Killer, es el mejor amigo de Kid

— Él es Penguin un amigo tuyo también.

— Hola Law te extrañamos muchísimo.

— Y él es Heat

Law trataba de grabarse sus rostros y nombre pero más que difícil le era doloroso. — Perdón, lo siento discúlpenme.

— Gracias por venir, lamento que acabe temprano. — Despidiéndose de sus amigos, el pelirrojo estaba en el pórtico de la entrada.

— ¿Estas bien?

— ¿Tú que crees?

— Sí, es demasiado.

— No, demasiado sería volver, a un departamento extraño, con un hombre que no conozco, eso habría sido demasiado, pero volver a casa con esto, con una casa llena de gente empujándome, y abrazándome y llorando en mi cara y diciéndome más cosas que no recuerdo, eso no es demasiado, es una porquería.

— Sí, es una porquería.

— Puedes irte ¿Por favor?

— Law, lo siento.

— ¡¿Qué no vas a dejarme solo?! ... Discúlpame.

— Lo siento...

En el estudio del departamento, donde yacian miles de fotos de Law y Kid y de aquellas personas que dijeron que eran sus amigos, el ojigris las contemplaba todas sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos, con una frustración inexplicable.













— O por dios, mi padre va a matarme. — El ojigris se veía al espejo mirando aquel enorme tatuaje en su pecho, recordaba los de los brazos y nudillos, pero ese no.

— Buenos días. — Un totalmente desnudo Kid entró al cuarto de baño, haciendo que los colores se fueran del rostro del moreno.

— ¡D-Debiste llamar!

— Perdón es la costumbre, ya me has visto así antes.

Cubriéndose el pecho con una mano y la cara con el otro, a Law le era imposible no ver aquel escultural cuerpo, tan marcado y bien trabajo, sin mencionar el muy generoso paquete del pelirrojo.
No pudo evitar una risa nerviosa, siendo seguido por el otro

— No es graciosos, trata de llamar la próxima vez.

— Sí lo haré.

Kid se encontraba bebiendo café en la cocina, leyendo el diario matutino, cuando Law entró con una sudadera de Kid puesta. Al pelirrojo se le derritió el corazón al verlo.

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