"Promesa"

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Capítulo III

Promesa

-¿Alguien sabe algo de Kyle?-.

-¿No te enteraste? La familia Broflovski se mudó-.

-¿A mitad de año? Que raro... Él era uno de los mejores estudiantes, después de todo-.

Los constantes murmullos sólo lograban que el pelinegro bajara la mirada apesadumbrado, lo cierto es que después de aquel incidente en las duchas el pelirrojo no había ido a clases durante toda una semana, cosa extrañísima, pues era de aquellos estudiantes que no faltaban ni cuando había temporal. Metió sus manos enguantadas en los bolsillos de su chaqueta café, recordando todo lo que había pasado hace unos cuantos días.

[Unos días antes]

"-Marsh, ve a su casa y asegúrate de que se encuentre bien, eres el más cercano a Broflovski después de todo-."

Y allí estaba, caminando lentamente hacia la residencia Broflovski, pensando en cómo le hablaría y qué le diría al judío cuando lo tuviera enfrente, revolvió sus cabellos nervioso, se sentía muy culpable por lo que había hecho, quería disculparse, pero no encontraba las palabras ni el valor para hacerlo. Levantó la vista al encontrarse frente la puerta, tragó en seco y acercó su tembloroso índice hasta el timbre, dispuesto a tocar.

*Ding dong*

El sonido del timbre resonó en sus oídos cuando nada opacó la melodía.

Esperó unos minutos en absoluto silencio, no se oían ni las voces de los padres de Kyle, ni el sonido de los disparos en los videojuegos de Ike, nada, tan solo un misterioso y triste silencio, volvió a tocar, obteniendo el mismo incómodo silencio, estaba dispuesto a golpear la puerta, hasta que la voz de una anciana vecina de la casa lo detuvo.

-No hay nadie jovencito, esa familia se mudó hace unos días-.

Aquellas palabras le cayeron como un balde de agua fría, no podía creérselo, retrocedió unos cuantos pasos, viendo un gran letrero en una de las ventanas.

-A la venta...-. Tragó con dificultad, mirando aterrado a la señora de tercera edad.
-P-Pero... ¿Dijeron a d-donde iban?-.

-Se fueron sin aviso, agarraron maletas y vendieron la casa-.

-No, no puede ser...-. El de orbes azules se dejó caer en el césped, todas las posibilidades de ver a su mejor amigo se habían desvanecido.

[...]

-Kyle...-. Soltó el nombre de quien poseía sus pensamientos, provocando que los presentes volteasen en su dirección, mirándolo extrañados.

-¿Está prestando atención, joven Marsh?-. La altiva voz de la profesora rompió la burbuja en la que se encontraba, dejándolo algo descolocado, ésta solo suspiró con frustración.
-Vaya a la dirección, por favor-.

El muchacho se levantó con desdén, sin darle mucha importancia a la burlona mirada de todos los estudiantes, comenzó a caminar lentamente por el pasillo, perdido en sus pensamientos, solía hacerlo a menudo los últimos días, se sentó pesadamente en una de las sillas de espera, escuchando un bufido a su lado.

-Ya estarás feliz ¿no, Marsh?-. Cuestionó con tono cortante la persona a su lado, el nombrado frunció el ceño, lo que faltaba.

-Cállate Tucker, no estoy de humor-. Gruñó el ojiazul, el azabache lo miró con su indiferencia habitual, como analizándolo, sin embargo, podía notarse un sentimiento más profundo en sus ojos inexpresivos, un sentimiento que el del pompón rojo sólo pudo identificar como odio y resentimiento.

"𝙿𝚛𝚘𝚖𝚒𝚜𝚎 𝚘𝚏 𝙲𝚑𝚒𝚕𝚍𝚛𝚎𝚗" 𝚂𝚝𝚢𝚕𝚎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora