Prefacio

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Sus zapatos no solo arremetían rápidamente contra el suelo a cada paso que daba sino que también podía sentirlos como un martilleo incesante dentro de mi cabeza.

Sentía sus pisadas apuradas por las escaleras hasta mi habitación, casi podía escuchar su respiración agitada conforme iba acercándose cada vez más a la puerta.

Estaba en el suelo con las piernas pegadas al pecho en un intento inútil de bloquear la puerta, como si eso fuera a impedir que Derek entrara a mi cuarto.

Las lágrimas se escurrían por mis mejillas tal y como lo hacían las gotas de lluvia por mi ventana. Pero la diferencia entre la lluvia y mis lágrimas es que la lluvia acabaría en algún momento y después saldría el sol. Yo no estaba seguro de que eso pudiese suceder conmigo.

Al menos habían dejado de gritar en cuanto escucharon las inconfundibles pisadas de Derek en la escalera. Ahora sonaban como un pequeño susurro dentro de mi infierno personal.

Entonces Derek al fin llegó a mi habitación y golpeó la puerta con desesperación.

Un grito surcó en mi cabeza y por instinto, llevé mis manos a mis oídos como si eso fuera a callarlos. Solo pude llorar más fuerte rogándoles una y otra vez que se detuvieran. Entonces rieron sarcásticamente.

Derek me hablaba a traves de la puerta pero yo no lo podía escuchar. Sus dulces palabras para tranquilizarme eran acaparadas por las voces de los demás y esa ternura que tanto extrañaba era reducida a nada más que a gritos despectivos hacia mi.

Yo solo quería silencio por un momento, ¿eso era mucho pedir? Quería ser yo quien gritara esta vez.

No escuché más a Derek. Creo que se hartó de mi como todos los demás.

Y lloré una vez más creyendo que me había abandonado.

La ventana se abrió y mi ángel entró por ella. Me tomó entre sus brazos y yo solo me dejé envolver por el calor que emanaba su cuerpo, que aunque estuviera algo mojado por la lluvia ni siquiera eso podía eliminar su aroma tan característico a medicamentos con tabaco y bosque.

Siempre vi a Derek como ese ángel que estaba dispuesto a ir hasta el infierno por mi. A sacarme de las llamas que consumían poco a poco mi alma.

La seguridad falló y mi carcel de cristal se rompió, los presos recorrían mi mente hasta esos recónditos pasillos que ni siquiera yo recordaba que existían.

Aunque Derek siempre lograba devolverlos a la obscura fosa de la que salieron, aunque sea solo por un minúsculo momento.

— Todo estará bien, pequeño, todo estará bien — repetía una y otra vez mientras besaba mi cabello y yo escondía mi rostro en su pecho.

Siempre creí que esa frase la decía para él mismo, no tanto para mi.

Él siempre estaba dispuesto a quemar sus alas por mi, un simple humano dañado.

Broken Glass [Sterek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora