Día 24

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Tengo demasiadas cosas que contar desde la última vez que estuve en este medio, necesito desahogarme por medio de algo y que mejor que la escritura, desde el último día que no escribí algunas cosas han cambiado, tuve una cita  el día 30 de diciembre, al día siguiente luego de la cita para nada agradable mis padres me levantaron a las tres de la mañana para poder viajar al pueblo de mis abuelos, la verdad había perdido esperanza de ir aunque también se hacía costumbre viajar a esas horas de la mañana, no tenía ganas de nada, todo en mi mente era querer estar en mi cama todo el día y no saber más sobre la dichosa fiesta de año que se estaba organizando entre familiares y parientes, el único consuelo que me quedaba era el de ir dormida mientras mi padre manejaba además, claro de volver a ver aquellos rostros tan llenos de vida que me daban cariño cada que iba de visita, me coloque los audífonos dando por iniciado el viaje.

Hacía frío y no podía notar la molestia plasmada en el rostro de mi madre, tal vez por lo tarde que regrese el día anterior, trate de restarle importancia, pues siempre era lo mismo, no estaba de humor para pelear, quería que el viaje fuera lo más ameno posible, me cubrí con la cobija por el inmenso frío que hacía a esa hora en el reproductor sonaba "Impossible" un AMV de una canción que para mi gusto la original iba de forma lenta, esta era más de mi estilo, la combinación de los silencios con la letra más la voz de aquel cantante era adecuada para la ocasión, con aquella pieza como pista, miraba por la ventana la oscuridad de la ciudad y los pocos autos que iban a nuestro lado me hacía llorar muy en el fondo recordar cosas dolorosas, pues era el último día de aquel año en el que habían transcurrido un sin fin de cosas de toda clase, alegrías, pero más que nada cosas difíciles, conforme avanzábamos la temperatura seguía descendiendo de manera más crítica, no caí en cuenta de en que momento me había quedado dormida, pues nos encontrábamos  cerca de nuestro destino.

Me desperté y note que los vidrios del automóvil estaban completamente empañados a causa del calor que emanaba de nuestro cuerpos y las respiraciones, dimos vuelta a la derecha y lo primero que se observaba era el río Bravo, debo admitir que cuando era niña me daba pavor pasar por la orilla de aquella obra de la naturaleza, pues creía que el algún momento caeríamos y por mi mente siempre pasaba una loca idea de como sobrevivir si algún día eso ocurriera, notamos las montañas que nos daban la bienvenida ese lugar sin duda alguna estaba bien oculto, pero se podía apreciar una figura formada en una roca, que a mi parecer siempre era el rostro fino de una mujer sencilla de mirada cálida, pareciese que mirase cada que pasaba alguien, el aire se sentía de manera distinta más limpio, más ligero, lo que se podía admirar luego de avanzar era la feria, lo que me gustaba mucho de aquel lugar, pues subirme a aquellos juegos de adrenalina que te dan la vuelta de 360 grados que hacen que tus neuronas se desconecten de alguna forma, sin sentir nada de miedo o tristeza...

Llegamos a aquel lugar que siempre era costumbre ir a dejar flores, ya hacíamos en la tumba de una mujer que le había dado la vida a mi padre, lo recuerdos con ella son pocos dado la poca convivencia con la familia, verla de alguna forma me hacía sentir mejor, además de la hermosa vista que desde ahí se observaba, las montañas altas, cerros verdes, el pueblo en medio de ellas la iglesia, las casas incluso el cielo tan claro cuando el sol se estaba asomando, terminamos y seguimos con nuestro camino.

Tuvimos problemas al ir, sin embargo se sabe que algunas personas pueden recibirte de buenas y otras de malas, si me molesto porque a fin de cuentas habíamos ido a arreglar las cosas con la mejor disposición del mundo para que te den un trato bastante malo, eso no me parecía, pero sabía el carácter de aquellas personas, por lo que no debía meterme, fuimos a otro lugar muy distinto donde me recibieron mis abuelos y yo me sentí feliz por un momento, la tristeza se fue de mi mente, incluso al llegar vi muchos rostros que se me hacían familiares, eran mis primos y verlos jugar afuera y trataban de ayudarnos a cargar algunas cosas se me así el gesto más inocente y noble, aunque nos dieron de comer, aquellos ancianos me parecían lo mejor del mundo, pues en su gesto se mostraba la felicidad de al fin poder vernos de nuevo, los estreche entre mis brazos, era una sensación cálida que necesitaba me hicieran recordar siempre.

Duda existencialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora