Capítulo 4

1.1K 166 122
                                    

Tom

Han pasado meses, y todavía no puedo creerlo. Tengo que seguir convenciéndome a mí mismo de que se fue, y no va a regresar, jamás le volveré a ver. Mi mejor amigo está muerto, y yo no pude salvarlo.

Lo recuerdo perfectamente. Le iba a visitar como siempre hacía, llevándole sus cosas favoritas para jugar; más cuando fui a hablar con la enfermera, podía distinguir que algo estaba mal, comenzando por la mirada que había en su rostro.

—Tom, cariño, Tord no puedo jugar hoy; no se está sintiendo bien.

Mi corazón se aceleró— ¿Hay algo mal?, ¿Se pondrá bien?, ¿Puedo verlo?

Ella vacilo—Si, puedes verlo, pero no te molestes si no te habla. Esta más débil de lo usual.

—O-kay.

Seguí a la enfermera hacia donde los niños más enfermos se encontraban. Solo pase por aquí un par de veces, cuando Tord se mejoraba tras una cirugía, odiaba regresar allí, siempre es deprimente y melancólico, además de que está lleno de niños a casi nada de morir. Nos detuvimos en una esquina en frente de un cuarto diferente.

—Ahora—la enfermera me advirtió— Debes andar callado y ser gentil con Tord, ¿Está bien?

—Si señora.

Abrió la puerta y entramos. El cuarto era obscuro y silencioso, el único sonido era proveniente de máquinas, me acerque a la cama y mi corazón se detuvo. Se veía terrible, estaba pálido y un tanto más delgado; se hallaba conectado a un electrocardiograma y a tanques de oxígeno, daba tanta lástima que me había hecho comenzar a llorar, mas sobre todo aquello, el abrió los ojos y me sonrió.

—Tom... —Sonaba tan mal como se veía.

Gentilmente tomé su mano— Por dios Tord, creí qu-

—Está bien Tom, te prometo que estoy bien.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me contuve de llorar— ¡Pero, no lo estas! — Mi voz se entrecortada— Estoy preocupado por ti, Tord; qué tal si tu-

—No va a pasar. Volveré a la normalidad pronto— Él se detuvo derrepente, volvió a las almohadas y jadeo, el electrocardiograma hizo un ruido discordante.

— ¡Tord! — Grite, la enfermera tomo el teléfono de emergencias y llamo al doctor; sus ojos estaban inyectados en miedo, sabía que estaba sufriendo. Estaba llorando distendidamente para aquel momento, seguía sosteniendo su mano, tratando de encarar la situación, más lo peor estaba ocurriendo. El electrocardiograma se volvía cada vez más lento, estaba muriendo justo frente a mis ojos.

Cada vez se volvía más y más lento, sus ojos se cerraban a la par que entonaba sus últimas palabras. “Lo lamento.”

El monitor se detuvo.

Y él murió.

Children's HospitalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora