capitulo 14

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Shanna se escondió en la habitación del hotel la mayor parte del día siguiente,

esperando hasta que fuera la hora de encontrarse con Bob en el piso franco. Sus

pensamientos al final volvían a Roman. ¿Cómo pudo estar tan equivocada acerca de él?

Era un científico bril ante y un hombre guapísimo. La había rescatado sin

preocuparse por su propia seguridad. Había sido amable y generoso. Y había algo más

que había sentido dentro de él. Un enorme pozo de remordimiento y arrepentimiento.

Ella había entendido su dolor. Dios sabía que ella vivía con culpabilidad y

remordimiento todos los días de su vida. Karen estaba viva cuando la encontró al

principio, pero paralizada por el miedo, no había hecho nada para ayudarla.

Un instinto visceral le indicaba que Roman sufría la misma clase de tormento. Se

había sentido conectada a él de un modo instintivo, elemental, como si sus almas

supieran como confortarse la una a la otra más de lo que podría con ninguna otra. Él le

había dado algo de ilusión por el futuro, y Dios la ayude, habría jurado que también

ella le daba esperanza. Se había sentido tan bien con él.

¿Cómo podía ser un bastardo promiscuo con un harén? ¿Su soledad y su miedo

habían tergiversado sus percepciones para que ella ya no interpretara a las personas

correctamente? ¿Había proyectado en cierta forma sus sentimientos de culpabilidad y

desesperación en él, haciéndole parecer completamente diferente de su forma de ser

autentica? ¿Quién era Roman Draganesti realmente?

Había estado tan segura acerca de él. Había pensado que él era el hombre perfecto.

Había creído que era un hombre del que podría enamorarse. Una lágrima bajó

rodando por su mejilla. Para ser honesta, ya había empezado a enamorarse de él. Por

eso le había dolido tanto descubrir su harén.

Por la tarde, ella visitó el ciber-cafe del hotel e hizo una búsqueda. No encontró

nada de Roman, pero la Web de Industrias Romatech se abrió, incluida la foto de unas

instalaciones cerca de White Plains, Nueva York. Se veían preciosas, rodeadas de

cuidados jardines. Imprimió la página y la plegó en su bolso. ¿Por qué? Ella no quería

volver a verle. Él era un cerdo promiscuo. ¿No era verdad? Suspiró. Daba lo mismo lo

que fuera, la estaba volviendo loca. Y tenía asuntos más importantes por los que

preocuparse. Como permanecer viva.

A las siete cuarenta y cinco de la noche, estaba lista para salir hacia el piso franco.

Las ropas que Radinka había comprado no fueron diseñadas para confundirse en la

oscuridad. Con sus pantalones rosa chicle, su camiseta de tirantes, y una camisa

grande de algodón a cuadros naranjas fosforescentes y rosas, se la podía divisar a una

milla de distancia. Oh bueno. Pensaría que era un disfraz. Nadie esperaría que ella

pareciera una versión rosa chicle de Marilyn Monroe.

Como casarce con un vampiro millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora