Tenía cinco años.
Para ir al jardín mi papá nos despertaba y luego nos hacía el desayuno mientras mi mamá nos bañaba, (recuerdo que nunca me gustó el agua fría, así que de primeras siempre bañaban a Rocío).
Después de la ducha mi mamá nos llevaba a la pieza y se iba a trabajar, en la pieza las grandes nos ayudaban a vestir e íbamos las cuatro al comedor para desayunar; las grandes desayunaban changua y chocolate y a nosotras mi papi nos hacía huevo batido y chocolisto, cuando acabábamos de desayunar las grandes se van al colegio y mi papi nos llevaba al jardín.
Nosotras estudiamos en un jardín del barrio La Libertad; estaba justo en la avenida así que pasaban muchos carros por el frente, pasando la calle había un lugar lleno de arena donde aún venden materiales para construcción y se estacionan las volquetas.
La entrada del jardín era una puerta negra y delgada que al abrir tenía detrás una larga y recta escalera que llevaba directo al segundo piso.
Al entrar lo primero que había era un gran espacio en el que dormíamos y jugábamos; más hacia el fondo estaban las mesasen las que hacíamos los trabajos y almorzábamos, eran blancas, altas y de plástico, como las sillas si eran de nuestra medida la mesa nos quedaba un poquito más arriba de la altura del pecho; recuerdo mucho esas mesas porque la mayor parte del día me la pasaba ahí.
la profesora se llamaba –o se llama- Gloria; su piel era blanca, era un poco gordita, su cabello café rojizo siempre lo tenía en una coleta; la profesora todos los días nos ponía a practicar la escritura; después de terminar de escribir, dibujar o demás nos comíamos las onces que nos guardaban y después podíamos jugar antes de dormir.
Mi papi nos hacía sándwich y nos hacía frutiño o jugo de naranja. a mí me tocaba comer cuidando mi sándwich porque el perro me lo quitaba; era un perro pequeño, blanco y con el pelo crespo.
Cuando el perro me quitaba el sándwich me ponía a llorar, pero a la profesora no le gustaba porque cuando alguien lloraba le pegaba o le daba un pellizco y lo ponía a hacer planas en las mesas blancas, pero yo casi nunca las hice completas, las hacía mientras la profesora estaba ahí, y cuando se iba llevándose al perro Rocío seguía haciendo las planas mientras yo me escondía debajo de la mesa para seguir llorando.
otro día no dejé que el perro me quitara el sándwich, pero se me rompió una manillita negra de pepitas que mi papi me había comprado en Aquitania.
Cuando se rompió me puse a llorar, la profesora me pellizcó y me dijo que eso me pasaba por peleona, me dijo que debería ser juiciosa como Rocío -en otras circunstancias la habría odiado porque siempre me compararon con ella, pero ella me hacía las planas, así que nunca me sentí enojada con ella-.
Cuando mi papi nos fue a recoger la profesora le dio las pepitas de mi manilla y le dijo que estuve peleando; me sentí muy avergonzada pero mi papi no me regañó, sino que nos llevó como siempre a la casa.
No me gustaba ir caminando porque mi papi nos llevaba de las manos y como él es alto siempre teníamos que estirar los brazos e ir prácticamente corriendo; pero regresar a la casa siempre era la mejor parte del día.
![](https://img.wattpad.com/cover/176313631-288-ka11871.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Un perro; ¿Mejor que yo?
General FictionFragmentos del diario de una niña que solo quiere ser feliz