Cuando era pequeña no entendía muy bien por qué las personas decían que los perros son mejores, pero cuando entré al jardín la empecé a entender mejor.
En el jardín (escolar) había un perrito adulto, pequeño, blanco y de pelo rizado; a la profesora le gustaba mucho ese perro, lo defendía mucho e incluso lo quería más que a nosotros los estudiantes.
Ese perro tenía derecho a hacer todo lo que quisiera; ninguno de los niños teníamos permitido jugar con el perro, pero él siempre iba a nuestro piso para la hora del recreo.
Cuando el perro iba algunos niños le daban de sus onces a otros nos las robaba; cuando el perro del jardín nos hacía llorar la profesora nos castigaba a nosotros poniéndonos a hacer planas y se llevaba al perro.
Nosotros debíamos hacer nuestras planas en las mesas plásticas en que estudiábamos y comíamos; y cuando la profesora volvía debíamos tener las planas terminadas para podernos levantar del puesto.
La primera vez que me castigaron no pude hacer la plana por estar llorando, y me tuve que quedar ahí sentada todo el día hasta que llegó mi papi a recogernos.
Otro día el perro me volvió a robar mi sándwich y me volvieron a castigar, yo lloraba mucho y no podía escribir; así que Rochy me dijo que me escondiera debajo de la mesa y que ella hacía la plana.
Entonces me metí debajo de la mesa y recosté mi cabeza sobre las piernas de mi hermana, y así, fue cada vez que me castigaban.
fue por eso
La profesora siempre quiso más al perro que a nosotros.
Cuando el perro nos quitaba la comida o nos molestaba siempre nos castigaba a nosotros y al perro solo lo sacaba, pero siempre lo dejaba volver.
En ese entonces pensé que era mejor ser perro, si algún día me despertaba convertida en perro ya no iba a llorar más y ya no me castigarían más.
En ese momento creí que a eso se refería la gente cuando decía que los perros son mejores que las personas, y estaba de acuerdo.

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Un perro; ¿Mejor que yo?
General FictionFragmentos del diario de una niña que solo quiere ser feliz