🌻 Do KyungSoo lleva enamorado del perfecto Kim JongIn desde hace 8 años.
Sólo que hay un pequeño problema, su amor platónico está enamorado de la mujer más "bella" de todo el instituto, y no sólo eso, también lo odia demasiado.
Un trágico "acciden...
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" Abriendo viejas heridas. "
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El silencio abundaba en el pequeño cuarto color crema, los dos cafés se iban consumiendo poco a poco y las galletas comenzaban a desaparecer; en todo ese tiempo ninguno de los dos habían dicho ni una palabra, ni a una monosílaba llegaban. KyungSoo trató varias veces de hablar y entrelazar una conversión con su madre -si se le puede llamar madre-, pero ésta siempre le callaba con miradas. Algo quería decir la pelinegra mujer pero le era difícil soltarlo. No quería arruinar la vida de la persona que llama hijo.
Las manecillas del reloj avanzaban con una lentitud increíble, como si quisiera que esas dos personas aclararan sus dudas y problemas. Desgraciadamente los dos no tenían intención de decir nada. Después que entraron al cálido departamento el pelinegro se dio una ducha para no enfermar, mientras la señora Do preparaba café descafeinado. El favorito de los dos.
-¿Qué tal la escuela?- rompió de repente el silencio, sus femeninas y cuidadas manos jugaban con la taza. KyungSoo rodó los ojos.
-Madre, no necesitas fingir que mi vida universitaria de interesa, ni mucho menos la personal. Deja de ser hipócrita y ve directo al grano, ¿qué haces aquí?- el cansancio se reflejaba en la voz del pelinegro, la bolsas negras debajo de sus dos enormes ojos ya estaban demasiado grandes y feas como para que empeoren, y ya llevaban como una hora sentados en silencio.
La mujer frente a Kyung también rodó los ojos con fastidio, eran tan parecidos aunque los dos lo negaran. La señora Do era más baja que su hijo, sus enormes ojos nunca demostraban ninguna emoción, su pálida piel hacia contraste con su elegante y caro vestido color negro y su negro cabello brillaba. Aunque KyungSoo tiene una contextura más delgada y era por unos centímetros más alto, no hay duda que heredo el cuerpo de su madre; unas curvas ardientes y esplendorosa, un trasero del infierno, unos jugosos muslos, y puede ser un cuerpo pequeño pero la lujuria abordaba cada centímetro de su glorioso cuerpo. Soo no estaba demasiado ejercitado, pero eso no significaba que algunas tabletas de chocolate se mostraran en su abdomen.
-Que niño tan grosero, tampoco quiero perder más tiempo así que seré breve. Tu padre tuvo un enorme problema en sus negocios, resulta que un infiltrado estuvo trasladando dinero ha alguien con una identidad desconocida y eso hizo que perdiera grandes cantidades de dinero llevándole literalmente a la quiebra. Hijo, se que no te gusta y jamás te gustaría pertenecer a ese tipo de trabajo, pero aunque no quieras afrontar la realidad llevas sangre de nosotros dentro tuyo. Eres un asesino aunque no quieras. Todos de la familia de tu padre nacen con esa sed de sangre y muerte, tú no eres la excepción.- por un momento la baja señora se detuvo evaluando la expresión de su hijo. Estaba poniendo la más mínima atención pero aún así siguió, tenía la esperanza que le escuchara aunque sea un vez y los ayudara.
