16 de noviembre de 2013

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Nunca he escrito un diario. Me frustra la fragilidad de las palabras cuando has olvidado el sentimiento pero sigue doliendo.

No me gusta la linealidad de las voces y menos aún la cárcel de la métrica. La preeminencia de las líneas me amarga el paladar.

Ojalá te hubiera hecho caso aquella noche y no hubiese terminado aquel trago. Me quemó más de lo normal, quizá por que sabía a pérdida.

No me gusta seguir las reglas y tampoco jugar al ajedrez, por eso, cuando mi padre me regaló uno le atornillé todas las piezas al revés.

Lo dicho, el amanecer está siempre esperando para juzgarte por tus ojeras. Y por los litros de vómito que llevas en la retina, por que solo he aprendido a vomitar en la realidad para quemarlo todo con mi bilis.

DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora