Dos;

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Maldijo para sus adentros una y mil veces. ¡Era una desgracia! En primer lugar no debió haberse quedado hasta las tres de la madrugada hablando por chat con sus amigos, en segundo lugar no debió confiarle a su hermano a que le pusiera a cargar su teléfono celular al ver que casi ni tenia carga, él pudo hacerlo si tan solo no hubiera estado más dormido que despierto.

Se había despertado de milagro, y de igual modo iba tarde a su trabajo. Tenía que tomar dos buses, y si no los tomaba en hora debía esperar más de 30 minutos a que pasase uno con el mismo destinó. Lo peor fue cuando se entero que su celular no tenía más que un mísero 6% de carga. ¡Maldito sea su hermano! Enchufo más su teléfono.

El viaje fue estresante a niveles extremos. ¡No había ni un puto asiento! ¿Cómo es que eso podía pasar? Siempre iban los buses casi vacíos. Pero esa vez fue la desgracia. Menudo comienzo de fin de semana. Ya no quería nada. Y de solo pensar que debía subir y bajar escaleras, trapear pisos y demás las ganas de vivir se le iban.

Varias personas lo vieron extrañados y puede que casi incómodos. YiXing comenzó a lloriquear y quejarse sólo, maldiciendo a sus amigos y a su hermano. ¡No podía ni leer un libro o escuchar música! Su vida era una miseria.

La radio del bus dejaba escuchar canciones como de los 60' o 90' y la verdad eso no ayudaba a sus ánimos. ¡Eran canciones melancólicas! La melancolía era para las noches o madrugadas, no para las jodidas 07;00 de la mañana.

A mitad del viaje, ya en el segundo bus se dedico a mirar todas las caras que estaban ahí en el vehículo. Ancianos, jóvenes, adultos no tan adultos. Las mismas caras que veía cada viernes. Estaba esa señora que usaba vestidos justos, parecía como un arrollado de carne o pasas. YiXing no quería ser cruel pero era inevitable no pensar en algo así. La señora tenía ya sus 60 y tantos, y usando esos vestidos no le ayudaban a su figura.

Suspiró rendido, ya no sabía que hacer y si miraba mucho a alguien este creería que le iba a robar o le interesaba. Y bueno, se veía como un ladrón, vestido todo de negro y con una mochila media rota colgando de su hombro. YiXing no tuvo mucho tiempo de arreglarse y tampoco era que se arreglara pues, iba a lumpiar una casa, se iba a ensuciar de un modo y otro, por ende no hacía falta arreglarse tanto.

Cuando se dio cuenta que debía bajarse en la próxima parada dudo en sí bajarse por delante o por detrás. Acabo decidiendo por detrás, habían menos personas y le sería más fácil.

Batallo un poco hasta que llegó a la puerta trasera, presiono el bendito botón de aviso y espero. Tarareando una canción de Sistar, era su girlgroup favorito, hatsa se sabía todas y cada una de sus coreografías, por ende simulaba bailar uno que otro paso, una vez más, de modo inconsciente llamando la atención de todos.

Pero YiXing siempre se mantenía en su mundo, ajeno a muchas cosas. En especial a ese muchacho de cabello rubio cenizo, sentado en el último asiento del lado de la ventana. Siempre estaba allí, en el mismo lugar, a la misma hora y con una sonrisa discreta en su boca. Siempre notando a YiXing, viéndolo como si fuera un pequeño tesoro, un tesoro que aún no era suyo y tal vez no lo sería nunca, pero atesoraba admirarlo desde lejos. Por el momento era lo único que podía hacer, por ahora.

Cada viernes. {Kray} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora