1. Serendipia

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Serendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino, o cuando se está buscando una cosa distinta.

El sol se colaba por la ventana de ese autobús repleto de adolescentes que gritaban y hablaban emocionados por su reencuentro después de un largo verano. Yo prefería observar el exterior con Long Time Coming de Machine Gun Kelly sonando en mis auriculares y pensando si de verdad iban a llegar tiempos mejores para mí.
La profesora de biología había decidido hacer una excursión a la playa para empezar a introducir el tema de los moluscos, pero también para que todos sus alumnos puedan conocerse entre ellos. La realidad era que con mi suerte me tocaría con un chico o chica popular que se reiría de mí por ser la rarita que se sienta sola y se desentiende del mundo, pero tenía mis razones.
Me había cambiado de instituto en Valencia gracias a los gilipollas que habían dedicado su tiempo a hacerme la vida imposible durante los dos primeros años de instituto, después de tantas excusas falsas a mis padres, decidí contar que me hacían bullying y así conseguí que me cambiaran. Nuevo instituto, nueva vida. O eso es lo que pensaba.

Me llamo Natalia y tengo 15 años, pero en realidad mi abuela siempre me dice que soy más madura que las chicas de mi edad. Bueno abuela, eso tampoco es muy difícil si ellas solo se preocupan por verse guapas y que el siguiente chico con el que estén sea popular. Yo era distinta a las demás chicas de mi edad. Solía vestir ropa negra y blanca, ya que así expresaba cómo era mi mundo, no había colores. Era muy introvertida y amaba la música, escucharla, cantar, tocar... Era mi forma de expresarme, quizá por eso era la rarita.
En realidad soy de Pamplona, pero me mudé a Valencia con mis padres y mis dos hermanos pequeños, Santi y Elena, porque mi padre consiguió un nuevo trabajo con el cual ganaba mucha pasta pero siempre le tenía estresado. Quizá por eso siempre que le veía estaba con una lata de cerveza entre las manos.

La profesora interrumpió mis divagaciones cuando habló por el micrófono diciendo que ya estábamos llegando. Mis nuevos compañeros saltaban emocionados y yo me guardaba mi móvil con los auriculares observando el grupito de atrás. Vaya, los guays de este instituto ya daban la nota.
Cuando llegamos a la playa lo primero que hice fue aspirar ese olor a mar y salitre que me encantaba. Hacía frío debido a que ya empezaba a irse el verano y a eso se le sumaba la brisa mañanera de la playa. Yo vestía una de mis sudaderas favoritas blancas, unos pantalones negros rotos por las rodillas y mis vans desgastadas. Intentaba domar mi pelo largo castaño que estaba alborotado por la brisa. El mar me transmitía mucha paz, por eso mi hobbie favorito era escaparme de mi casa a la playa y sentarme a escribir, escuchar música o simplemente mirar al horizonte. El mar, tan libre y tan atrapado en sí mismo. Me sentía identificada con él.
La voz de la profesora volvió a interrumpir mi calma diciendo que nos pusiésemos por parejas con alguien para empezar la actividad. Como era de esperar, me quedé con las manos en los bolsillos de mi sudadera esperando a ver si alguien se quedaba sin pareja ya que no conocía a nadie. Una chica rubia bajita se acercó a mí y sonrió. Me pareció haberla visto antes con el grupito de los populares. Yo miré hacia detrás para ver a quien sonreía, pero me di cuenta de que era a mí cuando se paró delante mío.

-Hola, me llamo Alba. Veo que no has encontrado pareja, ¿quieres ponerte conmigo?

¿Me estaba hablando a mí? ¿Que coño hace una chica popular viniendo a hablarme? Ya entiendo, probablemente hablará conmigo para luego irse con sus amigos y reírse de mí.
Alba tenía el pelo corto por los hombros, unos ojos color miel enormes que te invitaban a perderte en ellos y unas pestañas largas que iban acorde con su sonrisa. ¿Cómo una persona tan pequeña podía ser tan bonita y tan radiante? Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no volví a la realidad hasta que escuche su risa.

-Uhmm... Vale, si. Soy Natalia.

Ella volvió a reír y me cogió la mano para ir donde estaba la profesora. Yo miraba a todos lados como si fuese una puta broma. ¿Por qué cojones estaba tan nerviosa?
Mientras la profesora explicaba los pasos a seguir, yo solo tenía en mi mente el tacto de la mano de Alba. Era cálido y me acariciaba con su dedo pulgar. Igual porque sabía que me estaba muriendo de nervios, o que era la nueva y estaba desorientada, o que tenía mil cosas en mi cabeza asfixiándome.

-Alba Reche y Natalia Lacunza, grupo 9.

Andamos en silencio hasta la orilla del mar y nos pusimos a coger conchas y más cosas del mar que yo no sabía lo que eran, yo era más de artes.

-Así que ¿Lacunza es tu apellido? Nunca lo había oído -se quedó pensativa y yo sabía que estaba intentando conversar conmigo para conocerme mejor, o simplemente para no aburrirse. Igual que sabía que un chico que estaba en el autobús con ella hace un rato no nos quitaba el ojo de encima.

-Ya, es vasco.-yo hablaba mientras seguía con la tarea asignada.

-¿Eres del País Vasco?-se asombró y paró lo que estaba haciendo.

-Casi, soy de Pamplona.

-¿Y como que estás en Valencia?

-Cosas de la vida supongo.

Se quedó callada y yo me maldecía internamente por haber parecido tan borde cuando en realidad me moría por preguntarla cosas sobre ella y dejar de hablar de mí, pero mi barrera mental no me lo permitía.

Después de una larga mañana, estábamos de vuelta en el autobús y yo seguía sentada sola pensando en mi mañana con Alba. Después de la conversación inicial un poco incómoda, me animé a preguntarla cosas de ella y me dijo que tenía 17 años, que había repetido ya que era una mala estudiante, que en realidad era de Elche y vivía aquí desde pequeña porque su madre trabajaba aquí, que tenía una hermana pequeña y que la gustaba pintar. Yo estaba tranquila hablando con ella aunque seguía siendo una desconocida y antes de irnos, la pregunté por qué me había elegido como pareja. Ella solo se rió mostrando sus blancos y bonitos dientes y me dijo que quizás otro día que hablásemos me lo contaría.

Cuando llegamos al instituto de nuevo, ella se fue con sus amigos y yo me volví a mi casa. Y ahí estaba, tirada en la cama pensando en cómo había tenido esa conexión con una chica que no conocía de nada y con la que probablemente nunca volvería a hablar. ¿Habría sentido ella también esa conexión?


Si has llegado hasta aquí quiero agradecerte por leerme. Es mi primer fic así que lo siento si hay fallos. Espero que os guste 💛

Catarsis | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora