ART DECO

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La luz del sol entra por la ventana de la habitación y hace que me despierte, así que tomo una ducha y ayudo a Branden a hacer lo mismo. Bajamos juntos a desayunar y me encuentro con la sorpresa de ver un solo plato en la mesa.

-Definitivamente no le agrado a tu madre- digo mientras abro el refrigerador a ver si encuentro algo para preparar.

-Ella solo odia la idea de que salga con un hombre, piensa que es incorrecto. Pero ya sabes lo que dicen, dale tiempo al tiempo.- responde mientras se sienta en la mesa del comedor justo en frente de donde yo estoy.

-Qué bueno que hoy es tu último día de reposo.- abro el microondas y caliento su desayuno mientras me preparo unos huevos y enciendo otra estación de la estufa para preparar café.

-¿Por qué?-

-Porque puedo ir a mi casa, ver a mi madre y además ya serás capaz de usar tus dedos. Incluso creo que te puedes bañar solo.-

-Disfruto más cuando tú me bañas.- dice sonriendome desde donde está.

La cocina queda en un silencio para nada incómodo y simplemente nos quedamos mirándonos hasta que la alarma del microondas suena.

Se me hace realmente increíble haber podido encontrar una persona con la que puedo tener silencios cómodos. Branden observa y analiza cada uno de mis movimientos mientras le sirvo el café y su desayuno y termino de preparar el mío.

-Se te va a enfriar. Come.- le digo.

-Yo te espero. Comamos juntos.-

Él sigue observandome pero es una mirada que no reconozco, creo que es la primera vez que me mira de esa forma. Casi como si yo no fuese real. Sus ojos brillan como si tuviera una alucinación.

-¿Qué pasa?- pregunto y sonrío.

-A diario rezo para que nunca te alejes de mí.- dice de la nada.

Y yo no sé qué responder. Salvo darle las gracias. Son cosas como esas las que hacen que se me quede atrapado el aliento, como si se me olvidara respirar.

Branden lava los platos y decidimos acostarnos a ver una película. Branden me abraza y yo me acuesto encima de su pecho y reproduzco la película.

30 minutos después, está dormido. Y 15 minutos más tarde yo también.

Me despierta el sonido de mi teléfono, me están llamando. Es Sarah.

Cuando le respondo me asombra escucharla tan alterada, está pidiéndome que porfavor vaya a su casa y la ayude. Yo de inmediato cuelgo la llamada y me pongo los zapatos.

-Quisiera llevarte pero no puedo manejar.- dice Branden y levanta su mano herida

-No te preocupes, desde aquí no estoy tan lejos.- digo y salgo de la habitación en busca de mi mejor amiga.

El camino se me hace largo, quizá porque estoy muy preocupado y no paro de teorizar y pensar que todo esto es culpa de él, seguro le hizo algo, o lo vió con otra mujer o le dijo algo hiriente. El aire es frío y cortante, mis labios se secan casi que de inmediato pero eso no hace que yo deje avanzar.

Cuando llego Sarah me abre sin mirarme a la cara y nos dirigimos a su habitación.

-¿Crees que éstos o mejor éstos?- dice enseñándome dos pares de tacones, unos negros y unos blancos. En su cama veo un vestido blanco que parece ser ceñido al cuerpo.

-¿En serio?, ¿Era esto?- pregunto incrédulo. -Casi que me vine corriendo desde la casa de Branden ¿para decidir entre dos pares de zapatos?- la miro con ojos de odio.

ART DÉCO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora