Mi perspectiva

Sam Bailey = sweet boy

Antes de que Emma llegue, decido que no quiero que se me acerque con esa boca, especialmente después de que haya besado a Conor y que hayan hecho quién sabe que más en el aula 111.

Me volteo para enfrentar a Sam que me mira asombrado y con cara de “¿qué hace?”. Antes de que pueda reaccionar, le beso. Lo beso con tanta desesperación desquitando con él todo el sufriendo que había vivido los días anteriores pero especialmente hoy.

No ha pasado ni dos segundo desde que empezé a besarlo y él ya me ha respondido con el mismo entusiasmo que yo. Necesitaba eso. Incluso una parte de mi cree que me lo merezco.

Dejo de sentir los pasos de Emma detrás mío y cuando el beso acaba digo lo más sincero y atrevido que he dicho en mi vida mirando a Conor:

— fuiste tú. No fue Sam, no fue Ethan solo tú. Solo tú te robaste mi corazón. Sé que no me conoces y yo casi no a ti pero al verte pensé “de todos, lo quiero a él” pero nunca te tuve y no sabes cuántas veces he deseado hacer contigo lo que tú hiciste con ella. — digo señalando al aula donde acaban de salir.

Conor me mira estupefacto y estoy segura que Sam está igual. Emma solo me mira con cara de dolor y esta vez me dirijo hacia ella:

— Ya no te necesito. No te necesito para no estar sola, no te necesito para que arranques una hoja de tu cuaderno de química, ni te necesito para que me prestes una chompa y mucho menos para que me prestes un paraguas — sé que sueno como loca y parece que ella no entiende lo que digo pero lo hace perfectamente — no te necesario para ser feliz.

Sintiéndome más aliviada doy un paso para irme pero Sam me detiene.

—déjame acompañarte — dice con una sonrisa de labios cerrados. Él también los tiene bastante hinchados y eso me hace soltar una risa suave.

Nota de Francia: parece que ahora yo soy la cliché, Emma.

3 meses después
Segunda parte:

Estoy saliendo a recreo cuando me doy cuenta de que está lloviendo pero esta vez llevo mi cuaderno de química en la maleta, un paraguas en la mano, y un saco puesto cuyo dueño me hace derretir:

Sam Bailey.

de Francia: Sam, en estos tres meses me has cambiado y yo a ti...
Ya no necesito a nadie más, he vuelto a ser feliz.