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—Gracias... — hago una pausa intentando recordar el nombre de la chica que me ha atendido. La miro esperando a que me lo repita.

—Elena — sonríe.

—Perdón, soy muy malo con los nombres — guiño un ojo.

Ocultando la risa por lo imbécil que acabo de ser, regreso junto a Carlos que se encuentra sentado con las piernas estiradas y el móvil en mano. Al parecer ha habido un problema con las maletas y tardaran más en llegar. Me siento a su lado. Le comento lo que pasa y como la chica rubia ha intentado ligar conmigo tras darme la información que le pedía. Parece no creerme hasta que le enseño el folleto del vuelo donde me ha dejado escrito su número.

Mientras todo esto pasaba la chica del flequillo no quitaba ojo de lo que estaba sucediendo y ha soltado un bufido al ver la cara de boba que me ponía la rubia cuando le decía las típicas frases de ligoteo, y tras soltar 'Menudo flipado' se ha girado y se ha cruzado de brazos. Pero esto no se lo cuento a Carlos.

—Ya has vuelto a ligar, tío. ¿Cómo lo haces? — se ríe mirando el número de teléfono. Ya no está enfadado, o eso creo. — ¿Y esa chica? — señala a la chica del flequillo con la cabeza, la cual se encuentra ahora preguntando en el mostrador.

¡Mierda! Se ha dado cuenta seguro.

— ¿Qué? ¿Tú no estabas enfadado? — intento desviar el tema.

—Te he visto como discutías con ella y luego no dejaba de mirar cuando hablabas con la rubia del mostrador — achina los ojos para verla mejor.

—Deja de mirarla que se va a dar cuenta —golpeo su brazo para que pare con la observación, está siendo muy descarado. — Hemos discutido porque la muy lista quería colarse.

—Joder, ni que eso fuera un delito.

—Carlos, bonito, dejemos el tema, que me ha puesto de mala leche la muy... —busco mi móvil en el bolsillo del pantalón y me siento a esperar nuestros equipajes.

Una hora después llegan las maletas y media hora más tarde estamos colocando la ropa en el armario del hotel.

—Creo que voy a tener que plancharla — le enseño la camisa blanca que acabo de sacar de la maleta, la cual quiero ponerme para la reunión que tenemos por la tarde.

— ¿Desde cuándo te preocupas por tu imagen? Siempre vistes igual, como mucho cambias el color de la básica y ya está — saca las cosas de su mochila y las deja caer en la cama.

— ¿Y esto? — cojo la foto de Dulce que asoma por su cartera. — ¿Tienes una foto suya en tu cartera?

Me la arrebata de las manos con brusquedad.

—Deja de meterte en mis cosas. No tengo ganas de escuchar la misma historia de siempre. Ya sé que nunca ha sido santo de tu devoción — guarda la foto y entra al baño para darse una ducha, no sin antes pegas un portazo al cerrar la puerta.

— ¡Que te cargas la puerta, tío! —me acerco a la puerta para que me escuche y seguir picándole. —Si rompes algo yo no lo pago, eh.

Vuelvo a lo mío, a buscar algo que pueda ponerme y estar presentable para la reunión con la constructora nueva. Cojo la camisa que he elegido para ponerme y la cuelgo en una percha, tal vez si la meto en el baño conmigo ahora cuando me duche, con el vapor se le van algunas arrugas. Cierro la maleta, escucho a Carlos cantar desde la ducha y no puedo evitar sonreír. Esta noche le invito a tomar algo.

Rebusco en la mochila el paquete de tabaco y salgo fuera para fumar. Me asiento sobre el pequeño sofá que hay en la pequeña terraza. Esto es demasiado perfecto, las montañas cubiertas de nieve, los telesillas de un lado para otro, subiendo y bajando, la gente andando por las callejuelas sinuosas que forman este pueblo tan encantador y totalmente libre de coches, con sus casitas marrones de estilo tradicional y sus hoteles impresionantes. Me apoyo en la barandilla y observo con detenimiento cada detalle del lugar, tratando de fotografiarlo con la mirada y dejar grabado en mi memoria todo lo que me rodea. Captando quizás, algunas ideas.

Entiéndeme || AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora