Nos quedamos solos como cada noche
Hoy te siento triste y se muy bien por qué.
Tu querrás decirme que he cambiado mucho
Que el amor se acaba y quiero terminar.
Yo que ni un momento puedo estar lejos de ti.
Cómo soportar la vida entera ya sin ti
Te quiero, te quiero, te juro que yo
No puedo vivir sin tu amor.
Ven aquí, abrázame, yo te amo tanto
Y te pido por favor que creas más en mi.
Yo que ni un momento puedo estar lejos de ti,
Cómo soportar la vida entera ya sin ti.
Te quiero, te quiero
Yo que ni un momento puedo estar lejos de ti,
Cómo soportar la vida entera ya sin ti.
Te quiero, te quiero
Te quiero, te quiero.Yo que no vivo sin ti
Luis Miguel••••••••••••••••••••••••
Hace tiempo que no nos acompañan a las fiestas, ¿qué les sucede? —nos preguntó Jorge. Los chicos había ido a comer y Micky y yo tuvimos que ordenar todo. Parecía un basural, primero porque odiábamos limpiar y segundo porque teníamos cosas más importantes que hacer los viernes.
La competencia se había extendido más de lo que imaginé, llevábamos un mes así, sin nada ni nadie más que nosotros. Más de una vez me confundí y llegué a pensar que terminaríamos de un día para otro, ya sea rompiendo cualquiera de las cinco reglas, pero no, Zayn tenía voluntad y yo era demasiado orgullosa para admitir que me encantaba.
Así que estábamos en esas circunstancias.
—No nos encontramos de ánimo —respondió Micky. Asentí para darle la razón, y en eso, Roberto soltó una carcajada.
—¿Es que acaso no se dan cuenta? —dijo. Alex, Jorge y Matt lo miraron, Roberto sostenía una botella de cerveza en la mano y no paraba de reírse, cuando bebió un sorbo, casi lo escupió al no poder contener la risa.
—No entiendo que es tan gracioso, Roberto. Sabemos que eres un bufón, pero nunca creí que llegaras a este extremo —le dijo, algo irritada. Me ponía nerviosa cuando no decía el chiste.
—Ustedes son novios, y no quisieron decirlo para que nosotros no los molestáramos, apuesto que era eso —Alex abrió la boca y Jorge quedó pensativo, Matt comenzó a reír también y Micky se cruzó de brazos, fastidiado al igual que yo.
—Claro, todo calza —dijo Alex.
—¿Cómo están tan seguros de que es eso? —inquirió Micky.
—Sí, ¿cómo lo saben? —los reté. Jorge me miró y negó con la cabeza, Roberto caminó alrededor de nosotros que, como siempre, estábamos en nuestro sillón, y nos dijo con aire burlón.
—Porque hablan en plural. Antes no lo hacían, pero ahora, si van a responder algo, lo hacen por los dos, y eso lo hacen las parejas —reprimí un grito de sorpresa. Si lo ponía, tenía razón. Mucha razón.
Desde que comenzamos con esta competencia, hacíamos todas las cosas juntas. Desde ir a comprar, hasta cenar al mismo tiempo, cosa que antes no hacíamos, ya que cada uno comía en su cuarto y donde se le diera la gana. Pero ahora, ambos buscábamos estar cerca del otro, como una necesidad.
Y no fue hasta que analicé la situación en realidad, no como una estúpida competencia, sino en cómo afectaría en nuestra rutina, que me di cuenta que esto no terminaría bien para ninguno de los dos.
—De acuerdo, nos descubrieron. Somos novios, ¿felices? —los chicos se pusieron de pie y gritaron de júbilo. Mientas lo hacían, me acerqué a Micky y le susurré en el oído:
—¿Qué hiciste?
—Lo que ellos querían escuchar —se encogió de hombros y le restó importancia. Recosté mi espalda en el sofá y apoyé mi cabeza en el hombro de Micky.
—¡Miren la pareja, ¿cuándo es a boda?! —exclamó Jorge. No le presté atención, sólo sonreí. En parte porque no tenía ganas de discutir, porque no había dormido nada ayer –por culpa de Micky y el bendito día viernes- y porque no me desagradaba la idea de que creyeran que éramos novios.
—¡Gané, les dije que sucedería! —gritó Matt, de pronto. Todos se quedaron en silencio de un momento a otro, Roberto le hacia un gesto con la mano para que se callara, como diciéndole que había metido la pata. Matt se tapó la boca con las manos, y a mí me entró la curiosidad.
—¿Qué ganaste, Matt?
—Nada, lo que pasa es que hoy había un partido y…
—Los idiotas apostaron quién predecía el futuro. Apostaron si terminábamos siendo novios o sólo amigos, Matt y Roberto ganaron, ¿no es así? —le interrumpió Micky.
Lo miré atónita. ¿Qué se suponía que había ocurrido?
—¡¿Ustedes qué?! —les grité.
Lo peor era que Micky lo sabía, de lo contrario no lo hubiese explicado.
Les dediqué una mirada furiosa y me levanté del sillón, agarré del brazo a Micky y me lo llevé a mi habitación. Le puse seguro a la puerta y lo empujé contra mi cama.
—¿Cuándo hicieron esa apuesta? —parecía que un rompecabezas desconocido se instalaba en mi mente, y de a poco iba uniendo las piezas.
—Hace dos meses —contestó. No sonaba ni asustado ni alterado por mi creciente enfado.
—¿Quiénes apostaron?
—Los cinco —bingo. Eso ordenó el rompecabezas mental. Sólo faltaba un detalle, el principal.
—¿Qué apostaron?
—Ya te lo dije.
—¡Dime la verdad, Micky! ¡¿Qué demonios apostaron?! —ya estaba volviendo loca, de un momento a otro saltaría sobre él y lo golpearía si habían apostado lo que estaba pensando.
—Apostamos si podía convertirme en tu novio, o mejor dicho, si podía acostarme contigo. Alex y Jorge apostaron que no, te tenían fe, pero Matt y Roberto confiaron en mí.
Lo miré furiosa, pero no hice nada. Ya me lo imaginaba. Al final, nuestra competencia había sido producto de una apuesta anterior. Seguro Micky lo tenía todo planeado, la forma para provocarme y hacer que aceptara. Era muy confiado y seguro de si mismo, debí recordarlo y no creerle cuando fingió que yo había herido su hombría.
—¿Y era necesario hacer esta competencia? —le pregunté, ahora más cansada. Me senté junto a él en la cama, y volví a apoyar mi cabeza en su hombro.
—Digamos, que me gustaba verte cuando querías estar con alguien, seducirlo. Te arreglabas, reías, te veías concentrada en que todo saliera perfecto y por sobre todo, aunque algunos lo encuentren superficial, eras feliz recibiendo la atención de esa persona. Y yo que te conozco, sé lo mucho que te alegra cuando alguien te quiere. Por eso, quería que hicieras eso por mí.
Me separé un poco, para verlo a los ojos.
—Eso es raro —le dije finalmente. Parecía casi como si estuviera… no, yo tenía claro que no habían sentimientos de por medio.
—¿Te parece raro el amor? ¿Entra en tu definición de “cosas raras” que no hay que hacer para cumplir la Regla 3? —me dijo. No sabía si lo decía en serio o no, porque lo había dicho con una sonrisa.
Sin embargo, de golpe lo entendí todo. La apuesta con los chicos, la competencia, incluso el por qué no le había prestado atención a la pelirroja del supermercado.
—El amor es una cosa rara, Micky —rio otra vez.
—Bueno, aún no he perdido esta competencia, si lo piensas. Nunca especificaste a que te referías con cosas raras, yo lo tomé más en el plano sexual. Nada de “esas cosas raras” cuando llegaran los viernes, y no he hecho nada raro.
—Sí, tienes razón —afirmé. No iba a admitir que me aterraba el amor, mucho menos después de que Micky me dijera eso. Sonaba como una confesión en medio de mucha confusión.
—Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista. Perdí esta competencia incluso desde antes de iniciarla —confesó de pronto.
Y comprendí a lo que se refería.
—Caí primero, porque ya estaba enamorado de ti. Ideé todo esto, para estar contigo, y no sabes la cantidad de veces que estuve a punto de besarte o estrecharte contra mis brazos para hacerte mía.
No dije nada, mis palabras sobraban. No tenía nada que decirle que estuviera a la misma altura de lo que sentía él. Y eso me hacía sentir mal.
—Entonces, ¿gané? —fue lo único que salió de mi boca.
—Desde el principio que eres la ganadora, pero quería ver que tan buena jugadora eras, y no me decepcionaste —su voz sonaba melancólica y frustrada. Y yo pensando todo este tiempo que Micky era un simple idiota que le gustaba acostarse con mujeres.
—No, nadie ha ganado todavía. Perdía el que caía primero, pero no por amor. Así son las reglas. Esto todavía continúa.
Micky me miró, sus ojos brillaban de expectación y algo más, algo nuevo en su mirada.
—Si es así, podría perder ahora mismo. Estamos en tu habitación, solos, sobre una cama. Perfectamente podría perder. O podría besarte. Ya perdí, entiéndelo.
Pero no quería. Eso era lo malo, que no quería que esto se terminara. Tomé su rostro en mis manos y lo acerqué, lo besé en la comisura de los labios y murmuré.
—No, porque el objetivo de esto cambió. Ahora no pierde el que caiga primero, sino que pierde el que no lo consiga o no lo resista primero —me observó confundido, y sonreí—. Pierdo yo si no te resisto y pierdes tú si no consigues enamorarme. Son las condiciones para la Regla 4.
—Entonces…que así sea…
Iba a decir algo más, pero no pudo, ya que desde el otro lado de la puerta, los chicos comenzaron a gritar:
—¡¿A qué hora comemos?! ¡Dejen de hacer perversiones allá adentro y atiendan a las visitas!••••••••••••••••••••••••
Horannella ❤
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Sex Rules [TERMIMADA]
FanfictionTn y Luis Miguel (Micky) han sido siempre mejores amigos pero de un día a otro cambia todo por una apuesta, ahora todo se debate entre si ambos piensan seguir a sus instintos y ser algo más o tan solo olvidar lo sucedido Aviso, esta historia no es...