Cap. I - Una sorpresa

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Iris corría lo más rápido que podía por aquellas calles desiertas. Era tarde, no se lo podía creer. Era la enésima vez que llegaba tarde al instituto y la profesora de Lengua no se lo perdonaría. Corrió más rápido aún al pensar en eso. ¿Qué excusa podría poner ahora? Llegó a clase 3 minutos tarde, cuando todos habían sacado ya sus libros.

—Buenos días Iris, haz el favor de sentarte.

—Buenos días, gracias—dijo ella inclinando la cabeza en modo de disculpa.

—Hola tardona—dice Marcos, guiñándole un ojo—veo que tu despertador esta mañana no ha sonado.

Marcos es su mejor amigo. Se conocían desde pequeños, y siempre han hecho buenas migas. Se sentó en el pupitre vacío al lado suyo, y le saludó con una sonrisa nerviosa.

—Oye, ¿qué te pasa? Parece que hayas visto pasar a un fantasma por delante.

—¡Silencio vosotros dos!—bramó la profesora de Lengua—Y Iris, haz el favor de sacar la libreta y empezar a apuntar

—Te hablo luego en el patio—le susurra Iris a Marcos mientras saca su libreta.

*     *     *

—Mira, esta mañana me he despertado, y en mi mesita de noche, encontré esto...

Las manos de Iris se abrieron y mostraban un collar azul oscuro, parecía brillar por luz propia, e irradiaba un poder inmenso, aunque eso Marcos no lo notó.

—Es... bonito. Pero, ¿por qué estas tan nerviosa por ese collar?

—Porque mi padre, al verlo, se ha puesto histérico. Murmuraba algo de "no puede ser", "por qué..." y otras cosas que no entendía. Por eso hoy he llegado tarde.

—Vamos, otra de tus excusas, ¿no?—dice riéndose por lo bajo.

—¡Te lo digo de verdad, Marcos!

—¡Ay! Vale, perdona.

La sirena sonó, indicando el fin de la hora del patio. Los dos se subieron a clase, pero Iris no le comentó nada más a Marcos sobre el collar.

*     *     *

—¿Mamá?¿Papá?

Unas voces procedían del salón. Se quitó los zapatos y empezó a andar cautelosamente por la casa. Se encontró a dos hombres allí, en vez de a sus padres.

—¿Quién, quién sois?

—¡Vaya! Te estábamos esperando—le dice un hombre con la cara algo deformada.

—¿D-d-dónde están m-mis pa-pa-padres?—tartamudea Iris, teniendo miedo por primara vez desde que entró a la casa.

—¡Oh querida, no te preocupes por ellos! No están aquí para protegerte— dijo el otro relamiéndose— solo te queremos a tí— dice dibujando una sonrisa en su boca, abriéndolas para que vea sus afiladísimos colmillos.

Iris no sabía cómo reaccionar, pero en el último instante, salió corriendo de allí. Llegó a la cocina, abrió el armario de los cubiertos y se empezó a armar con platos, tenedores y cuchillos de cortar. Cuando aquellos hombres empezó a acercarse, ella empezó a tirar los platos, cuchillos y más, pero estos les atravesaban sin más.

  —No te esfuerces, niña, vas a acabar muerta, y la profecía nunca se podrá cumplir 

¿Profecía? ¿De qué está hablando este hombre? Iris no pudo pensar mucho en ello, el monstruo-hombre se le abalanzó encima, pero entonces, un destello azul iluminó la sala. Iris pudo oír el sonido del mar, las olas, el burbujear de las aguas. De repente, dos caballos de mar armados hasta arriba caminaron (más bien nadaron, no tenían patas, pensó Iris). Aquellos hombres, al ver que los guerreros marinos se acercaban, salieron corriendo. Un caballo se dio la vuelta, al verle, tenía la sensación de haberlo visto en algún lugar

—Creo... que estoy alucinando... 

—Hola, soy Spuk— dice el caballo, ignorando ese comentario— le informo, Señora, que se debe de ir.

—No... no entiendo nada... ¿sois caballos... de mar?

—Sí— respondió el otro— lo somos

—Y me acabáis de llamar... ¿Señora?

—Sí. Lo único que puedo decirte ahora, es que eres la Señora de los Océanos, y que si no te vas de aquí, te atacarán, y no te gustará.

—Pero... esta es mi casa, ¡no puedo irme! ¡Mis padres están desaparecidos!

—No han desaparecido, Señora, se los han llevado.

—¿Qué? No... no... no puede ser, esto... debe de ser una broma, no...

—Se lo han llevado, y punto.

—¿Cómo que y punto? Son... son mis padres...— Iris empezó a sollozar— no pueden llevárselos así sin más. 

—Pues lo han hecho. Y si no te vas, serás la siguiente.

—¿Pero, irme a dónde?

—Podemos llevarte al Palacio, pero se nos está prohibido. Tenemos que obedecer las palabras de las Profecías.

—¿Qué profecía? ¡Maldita sea, ya es la segunda vez que me la mencionan!

—Lo comprenderás, pero lo importante ahora es que escapes, huyas, y...

—Bueno, antes, deja que te explique. Cuando un Señor muere, otro le sucede. Tu sucederás al antiguo Señor de los Mares y Océanos. El collar te eligió a tí, Iris. Además, el Oráculo hizo una profecía sobre tu futuro, pero no cuenta ningún detalle. Solamente dice: «La oscuridad despierta, con ansias de destrozar el mundo, la nueva Señora se alzará, para devolver la paz. Muchas sorpresas nos esperan, muchos cambios se producirán.» Sabemos que la oscuridad se ha alzado, como puedes ver con esos demonios que te han intentado atacar. Una nueva Señora, debes de ser tú. Como hacemos con todos los nuevos Señores, te enviaremos con Destino, él te responderá a algunas preguntas y te guiará hasta que salgas de su templo, ya que en ese momento. Adiós Señora, nos vemos muy pronto...

Spuk alzó las manos, y todo se volvió más borroso, entonces ella, sintió que estaba dando vueltas.

Azul [Proyecto abandonado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora