Capítulo 14: A salvo

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Siguieron al oficial Gwuon por los pasillos de la escuela, en el tercer piso, sin hacer ningún comentario. Fuura se preguntaba si la presencia de los oficiales en los alrededores serviría de algo. ¿Lograrían ver a los espectros que deambulaban por allí? En cualquier caso, no estaba segura si era posible herir a tan atroces monstruos. Las armas que los oficiales pudiesen portar quizá fuesen inútiles.

De pronto, Kaede se detuvo en seco, frenándola también a ella. La pelirroja le dirigió una mirada significativa antes de alzar la voz:

—Disculpe —dijo, y Gwuon se volvió para mirarlas—. No me siento bien, tengo que ir a la enfermería.

—¿En serio? —replicó el oficial, con cara de no creerle—. Bien, vete.

—Me siento muy mareada...

—¡Yo la llevaré! —terció Fuura, alternando la mirada entre el oficial y su compañera—. No puede ir sola así.

Parecía que el oficial no estaba de acuerdo, pero de igual forma lo único que hizo fue encogerse de hombros y dejar salir un "bah" en tono de resignación. Kaede y Fuura se separaron del novato, recorriendo los desiertos pasillos con rapidez.

—¿A dónde vamos? —preguntó Fuura. Era obvio que su compañera no se sentía enferma.

—Hablaré con otras de mis compañeras —respondió, mientras avanzaban en silencio por los desiertos pasillos—. Las más cercanas a Umi.

—¿Para qué quieres hablar con esas idiotas?

Fuura no olvidaba que todas esas odiosas solían molestarla. Aunque habían dejado de hacerlo recientemente. En parte porque la situación no era la ideal para gastar bromas entre alumnos. La otra razón, la cual Fuura no sabía, era que Kaede había pedido a todas sus compinches que dejasen de meterse con ella.

—De seguro las interrogarán para saber qué tan cierta fue nuestra historia —señaló la pelirroja—. Necesitamos que nos respalden. Y otra cosa: Tucker, ¿podrías soltarme la mano?

Sin darse cuenta, habían permanecido entrelazadas desde que abandonaron la oficina del director. Ambas se soltaron enseguida, sacudiendo la mano como si quisieran librarse de alguna bacteria. Un leve rubor afloró en las mejillas de Fuura.

—Sabes —dijo entonces, dando media vuelta para que su rostro no pudiese ser visto—. No veo razón para acompañarte a ver a tus odiosas amigas.

—Bien, entonces regresa al salón, o busca donde quedarte hasta el final de la clase.

Fuura esperó hasta que los pasos de su compañera se escucharan lejanos para voltear. Solo alcanzó a ver un doblez de su falda perderse en la esquina del pasillo. Faltaban apenas diez minutos para que la primera mitad del periodo terminará, dando inicio a la hora del almuerzo. No le apetecía regresar al salón, pero tampoco podía quedarse allí y exponerse a recibir el regaño de algún profesor.

Pensar en algún lugar donde pudiera esperar a que pasase el tiempo no le tomó más de unos segundos. Se marchó con paso presuroso, siempre cuidando de no perturbar la tranquilidad del recinto.

Mientras tanto, Kaede se dirigía a la clase a la cual Umi Himura solía pertenecer. Esperaría allí por el toque de fin de clases y abordaría enseguida a sus compañeras.

Al andar, miraba la mano con la que había sostenido a Fuura, pensando en lo pesado que la había tratado desde el inicio del curso. Se detuvo un momento para mirar por las ventanas de los pasillos, ensimismada. ¿Por qué la había tratado tan mal? Eso era algo que ahora no podía responderse.

Solo comenzó porque pensaba que ella era una extraña, una rara citadina que no encajaba con los demás. Pero, tratándola un poco, no era muy diferente de cualquier otra chica que hubiese conocido. Su corazón dio un vuelco, pensando en lo nostálgico que resultaba pensar en ella. ¿Por qué?, pensó Kaede con melancolía, ¿Por qué sentía que esto ya había pasado antes?

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