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Ahora lo sé y lo sé porque ahora que tengo este sentimiento no puedo expresarlo como quiero. No tengo una amistad con quien pueda llorar libremente sin sentirme juzgado, sin sentirme victima o alguien ridículo. Debo aparentar a fuera y dentro de mi casa, no tengo idea cuánto tiempo podré resistir así. No puedo vaciar las cosas que hacen que me cueste respirar y dormir. Es terrible porque ya no sé qué duele más, si no tener ese rincón o lo que la persona me dijo para hacerme sentir una persona mala.

¿Y aquella amiga? 

—No, no le importo.

¿Y aquella otra? 

—Oh vale, es mi amiga pero no, solo habla y yo le escucho, una relación practica para ella.

¿Y la de la escuela?

— Ya quisieras.

—Bueno y ahora. Te quedas callada, ¿no hay más amigas? 

¿Tu familia? 

—Que no has leído lo de arriba. Todo les parece mal, todo lo que no haga o haga.  Triste ¿no? ¿Sabes qué tengo? Una almohada. No juzga, no escucha, no habla, solo está ahí quieta, absorbiendo cuanta gota llegue. 

Escritos sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora