El batido es el amor de su vida

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Las chicas se despiden de mí y vuelven al grupo. Carlos ya ha bajado su mirada al batido de chocolate que se había pedido y empieza ha chuparse los labios para darme envidia porque yo no me he pedido ninguno.

Estoy segura de que el batido no está tan bueno como lo hace parecer, al menos seguro q no está tan bueno como él. Me quedo mirando cómo mira el batido como si fuera el amor de su vida, cómo respira tranquilo, lo bien que le queda esa camiseta blanca simple...

- Asiq... tú por aquí.....
-Escucho a un lado. Me giro ya preparando la cara de "vete de mi vista que has interrumpido mi vida para nada" cuando me encuentro con su mirada aparentemente inocente. De todas las personas con las que me podía encontrar en ese maldito café, ¡¿por qué tenía que ser él?!

Me quedo sin habla con la boca medio abierta y empiezo a notar calor en mis mejillas.

-¿No me vas a presentar a tu amiguito, Azolga? -Pregunta esbozando una media sonrisa irresistible para toda la población femenina, menos esta servidora.

Sí, claro, exacto. Tú eres la ÚNICA capaz de no caer rendida, ¿verdad?

Ugh, ni yo misma me apoyo. Me reparo de la sorpresa inicial y le miro con ceño fruncido.

- Vete a la mierda, capullo. - Respondo cortante.
- Guarda las garras, tigresa. Nos vemos más tarde, ¿no?
-No.
- Pero princesa... - Me dice poniendo los ojos de cachorrito abandonado solo bajo la fría lluvia de principios de invierno.

Le miro totalmente desubicada pero no desiste y sigue con su broma o lo que mierda sea que esté haciendo.
- Alberto eres idiota. Vete.

Me empiezo a girar hacia la mesa donde Carlos me está mirando con una interrogación en la cara, pero el estúpido este me coge de las manos, se pone de rodillas y me mira con los ojos bien abiertos. Empiezo a notar las miradas fulminantes de las chicas celosas que hay en el café, las ceñudas de sus acompañantes y las de sorpresa del grupo que estaban dos mesas alejadas de nosotros.

- Vale. Te veo después. - Le digo rindiéndome. -Pero levántate de una vez.
-Gracias, amor mío. -Me susurra pero lo suficientemente alto como para que el buenorro de Carlos lo escuche. Y antes de que pueda contestarle una grosería, se inclina hacia mí y deposita un suave beso en mis labios.

Me quedo mirándole con los ojos desorbitados y con el corazón a mil pero él se va tranquilamente hacia el grupo y desaparece de mi vista.

No sé como lo hace pero siempre consigue que me quede sin palabras, algo raro en mí porque siempre sé que decir. ¿¿¿Pero es que quién se cree que es???

- Conque no tenías novio, ¿no? - Me pregunta Carlos todavía a mis espaldas. No puedo ver su rostro pero creo que lo ha dicho con un deje de trsiteza ocultada por la picardía que tendría tu mejor amigo al enterarse de un cotilleo jugoso.

- No tengo novio.- le digo cabizbaja y con una voz neutra.
- No lo parecía...
- No. Tengo. Novio. - Repito mirándole fulminante a los ojos.
- Vale, vale, perdón. - Vuelve a mirar al amor de su vida y empieza a jugar con la pajita.

Es como un niño, uno un poco más maduro que está buenísimo y que me quiere. Es el chico perfecto. Me podría pasar horas con él, tantas que podrían ser una vida entera. Me he muerto míl veces por probar sus besos, pero ahora solo pienso en el idiota. En su beso desprevenido. Me ha dejado un sabor dulce y a la vez amargo. Debo parecer tonta chupándome los labios pero no me canso del sabor. Quiero más. Nunca pensé que lo diría pero quiero que el chico malo me bese.

¿En serio? ¿El chico malo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora