Son las 8:30 de la noche.
De nuevo veo llorar a mi madre, pero no hay palabras que puedan darle consuelo.
He intentado hacerlo, aunque nada funciona.
Aprieta una fotografía contra su pecho y lastimeros quejidos salen desde lo más profundo de su ser.
Quisiera abrazarla, hacerle saber que todo esta bien.
"Má, no sufras, no sentí nada cuando ese hombre desgarró mi garganta, ni siquiera cuando osó profanar mi cuerpo sin vida. No llores, por favor".
Son las 8:30 de la noche, la misma hora de hace una semana cuando mi madre recibió la llamada donde le dijeron que encontraron mi cadáver junto a la carretera.
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El canto de un pájaro (Microrrelatos)
DiversosA ellas no las aman. Sus almas están frías. Perdidas en un laberinto sin salida. Puedes ver sus cuerpos, la manera en la que visten, pero nada de eso te revelará realmente quiénes son. Sin embargo, si te tomas un segundo y analizas sus miradas, p...