10. ᴄ ᴜ ᴀ ʀ ᴛ ᴏ ᴄ ᴏ ᴍ ᴘ ᴀ ʀ ᴛ ɪ ᴅ ᴏ

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brooke y drew en multimedia¡!

pdt;me urge mucho que vean la nota al final, en verdad me urge, les pido se tomen tantito de su tiempo al finalizar el capítulo para leerla:(



—Pásame el azúcar.


—Lo tienes a diez centímetros de tu brazo, tómalo tú.


—¡Que me des el azúcar, Thomas!


—¡No!


—¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contrataré a alguien para que llegue a la mitad de la boda y diga "yo me opongo"! —le grité a Tom en el desayuno.


Las cosas no iban bien, tal vez Tom estuviera considerando el matrimonio ahora que éramos novios oficiales. Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de parecer la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones con los chicos, volvimos a ser los mismos de antes. Y de alguna manera eso me gustaba.


—Toma—me extendió el frasco de azúcar con la cabeza gacha y la voz cansada, esto de las peleas le estaba estresando, aunque para mí eran un respiro de tantos besos y cariños que me daba en la escuela.


Si creía que la peor parte había pasado cuando le contamos a nuestros amigos que nos casaríamos, es porque había olvidado que aún iba a clases. Todas las chicas comenzaron a lanzarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel y Damian... Él era el primero en iniciar con las burlas.


—Atwell... ¿me puedes acercar la miel? —me pidió Mandy. La miel estaba más lejos que el azúcar, así que me levanté y la tomé para entregársela.


—¿¡Te paras por la miel y no por el azúcar!? —exclamó Tom, su cuello iba acalorándose por la frustración y no paró de bufar hasta que terminamos de desayunar.


Mi padre que ya se había ido al trabajo, mamá desayunaba en la cama cuando se despertaba-al mediodía-, Sophie no se encontraba en casa porque ahora vivía en la universidad y Nikki comía en la cocina. Nuestros desayunos sin la supervisión de un adulto eran un caos total.


—Iré a lavarme los dientes, espérenme—nos avisó Mandy mientras corría escaleras arriba.


Nos quedamos solos en la entrada, listos para irnos a la escuela. Miré de reojo a Tom, nunca logró usar el uniforme como se debía: la chaqueta arrugada, la camisa afuera, los pantalones por debajo de lo normal y la corbata suelta alrededor de su cuello.


—Tienes que pasarla por debajo, la pones por aquí y ya está—mientras le anudaba la corbata le daba indicaciones para que aprendiera. Él me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla.


—Tendrás que darme clases particulares si quieres que aprenda a como anudar esta cosa—me dijo, sosteniendo entre sus manos el extremo largo de la corbata.

Cásate Conmigo«Tom Holland. |ADAPTADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora