Alfa y Omega

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Mientras contemplaba la planicie en la que se hallaba lograba distinguir como en frente se formaba el enemigo trataba de recordar ¿Cómo es que había llegado a ese punto? ¿Cuándo dejo el arado para seguir este camino?, ¿Por qué luchaba? Es que ya no era posible verse a sí mismo como hombre, porque si de algo tenía la certeza era que él y sus compañeros ya habían olvidado esa faceta. Quien no la habría olvidado después de esta guerra; la cual apenas comprendía habían quemado, asesinado y saqueado según les habían dicho al enemigo.
Ahora frente a un ejército tan grande como el suyo ¿Estaban listos?; no hallo el tiempo para responderse mientras corría al escuchar los tambores les habían prometido la gloria al vencer, jamás habían hablado de que sucedería si contrario a sus esfuerzos los derrotaban. Pero acaso importaba ya era mitad hombre mitad bestia solo obedecía.
Embestir, gritar, cortar, repetir. Eso había hecho pero cada vez se hallaba más cansado y veía más enemigos, creyó ver a sus camaradas muertos pero ¿Acaso había tiempo para asegurarse?
Embestir, gritar, cortar, repetir cuando el quinto hombre del día había caído vio a otro acercarse no era diferente a los demás, embestir, gritar... Pero ahí se quedó no pudo cortar no era diferente a los demás pero si era más rápido que el mismo; mientras sentía como la vida se le escapaba por la herida logro recordar cómo había pasado su vida antes de haber dejado su arado por fin antes del final no logro hallara paz, sus crímenes eran inenarrables pero al menos logro sonreír quiero suponer que de felicidad porque al fin se terminara y es que para un soldado mitad bestia mitad humano había algún otro final que no sea la fría muerte.

El soldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora