Capítulo lll. la busqueda

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Entró al castillo muy cabizbaja y pasó de paso para su cuarto, mientras subilla por la escalera se encontró con su madre quien bajaba.

-¿Que tal les fue hija? -preguntó ella muy curiosa.

Ella levanto su rostro y fijando su mirada en su madre negó con la cabeza, y moviendo suavemente sus pequeños y bellos labios musitó:

-Mal, madre mía, muy mal.

-¡Enserio hija! -exclamó mientras ponía sus manos en sus hombros- ¿Qué ocurrió?

-Madre, dejame ir a mi cuarto luego bajo al comedor para la cena y ahí te cuento sale.

Su madre asintió con su cabeza y continuó su camino.

Angelica entró a su habitación, quitó sus doradas zapatillas, y se resbaló en la cama pasó sus manos sobre su cara, mientras unas lágrimas melancólicas deslizaban suavemente por sus sonrosadas y delicadas mejillas.

Estando en el comedor estaban ahí sus padres y su madre.

-Bueno hija -tomó la palabra don Felix el padre de Angélica - me contó tu madre que no les fue también ¿cierto eso?

-Sí, papá -afirmo ella mientras tomaba un trago de café- fue muy horrible lo que nos pasó, mientras estábamos repartiendo los víveres llegaron unos invasores y nos obligaron a que desalojáramos el local.

-¿Y pasó algo malo? -continuó su padre muy sereno- porque no veo que eso tenga algo de malo.

-Lo peor del caso fue que mi mejor amiga se quedó ahí botada como si fuera cualquier objeto...

-Hija mía -interrumpió su madre- pero lo importante es que tu estás bien.

-¡Madre! -Exclamó muy sorprendida ante la respuesta de ella- acaso no es importante que mi mejor amiga se halla quedado sola en un lugar con gente desconocida y en medio de un cruze de bala.

-Hay mija -espetó don Felix- no te preocupes por ella, porqué si esos invasores hicieron un tiroteo a lo mejor tu amiga fue víctima de la desgracia.

-¡Pe-pero papá! -tartamudeó Angélica mientras se levantaba de la silla- como se te ocurre decirme esas cosas, mi alma está desconcertada y desconsolada y con la esperanza de que mi amiga está buena y no le ha pasado nada y usted diciendo esas barbaridades. ¿Qué clase de persona eres? ¿Acaso no tienen sentimientos?.

-No te angusties hija mía -le dijo su madre mientras la abrasaba- por eso no debes de tener amigas mira que cuando llegan estos momentos se mortifica tu vida.

Angélica soltó a su madre y salió corriendo a su cama sin decir una palabra.

-¡Cómo es posible que está gente no tenga sentimientos! -les gritó mientras corría por las escaleras. 

Entro de nuevo a su cuarto, se aseguró cerrar bien la puerta y se abalanzó a su cama mientras lloraba como una Magdalena.

No podía creer lo que sus padres le habían dicho, cuando más necesitaba palabras de ánimo fue cuando más destrozaron su alma.

Los rayos de sol que traspasaban los balcones acariciaban sus dulces labios.

-Aaaooh -bostezo estirando sus brazos- otro nuevo día.

Vio la hora en su móvil y exclamó en alta voz:

-¡Rayos las ocho de la mañana!

Se bajo de la cama y se acercó a la ventana y mientras miraba las colinas a lo lejos mientras miraba se acordó de su amiga.

-Oh Fatima ¿dónde estarás? -se dijo.

Bajo a la cocina en busca de un café.

-A donde vas tan bien vestida hija mía.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2019 ⏰

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El CASTILLO DEL SUPLICIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora