Capítulo 1

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Capitulo 1

Nadaba lentamente, sintiendo las suaves corrientes del mar en su piel y escamas.

Los barcos que llegaban ese día a la ciudad alteraban la tranquilidad del agua, y eso le molestaba.

Lo único que sabían hacer era contaminar su hogar.

Sí, hablaba de ellos, esos seres orgullosos que se creían soberanos del mundo y de todo lo que este contenía, los humanos.

—Yanira—escuchó su nombre pronunciado por su hermana Yera.

Yera era una joven de cabellos castaños largos con ondulaciones las cuales en las puntas poseían un azul turquesa, de ojos verdes como las aceitunas, tez pálida, poseedora de una cola del mismo color del cielo al anochecer.

Yanira se giró lentamente al escuchar su nombre.

Sus ojos azules como el color del cielo reflejado en el mar se posaron sobre los ojos de su hermana.

Su pelo era de un tono negro mezclado con tonos violetas a juego con las escamas de su cola de un color entre azul y morado.

Esbozó una dulce sonrisa adornando sus rosados labios que contrastaban con el blanco pálido de su piel.

—Yera.

—No deberías pasearte por aquí cuando hay humanos cerca, si padre te ve te castigará duramente—dijo la joven Yera mientras rodeaba a su hermana.

Yanira suspiró y puso los ojos en blanco.

—Entonces, querida hermana, ¿qué haces tu aquí?

Yera sonrió traviesamente mientras acariciaba a un pez de diferentes colores el cual fue a saludarla.

—Desobedecer a padre—confesó guiñándole un ojo a su hermana.

Yanira soltó una carcajada ante la respuesta de Yera y esta se unió a ella haciendo que aquel pez tan amable se alejara asustado.

—Entonces no eres la más indicada para prohibirme estar aquí—le recriminó la pelinegra.

—Lo sé, pero a veces debo ejercer de hermana mayor.

—Menuda hermana estás hecha...

Las dos sonrieron, y teniendo mucho cuidado de que no las descubrieran comenzaron a nadar sin saber bien hacia donde se dirigían.

—¿Crees que los peces estarán bien?—preguntó Yera preocupada.

Ante la pregunta de su hermana, Yanira miró en dirección a la superficie mostrando un amago de preocupación en sus ojos unos segundos.

—Creo que deberíamos alejarlos de la superficie, al menos por hoy

—respondió lentamente.

Algunos barcos eran de pesca y eso no le gustaba ni un pelo, por lo que sonrió de forma pícara cuando una idea apareció en su mente.

—Ven—cogió a Yera de la mano y nadó rápidamente hacia el puerto que no quedaba lejos.

Yanira se acercó con precaución, escuchaba las voces gritonas de los turistas que cada verano llegaban para llenar la ciudad de chillidos y de botellas de alcohol en las calles.

—Yah...Yanira, no deberíamos estar aquí—susurró Yera ante la imprudencia de su hermana—Si nos ven, estamos perdidas....

Yanira la miró seriamente y negó con la cabeza.

—No te preocupes, no pasará nada—la intentó tranquilizar.

—Hasta que pase...—refunfuñó Yera.

Confusión en nuestros corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora