Yanira sentía un remolino de miedo creciendo en su interior. Miraba en todas direcciones sin saber que hacer, ella sólo quería asustar un poco a los pescadores para que salieran de los barcos. ¡Pero no quería esto!
— ¡Yanira! — Su hermana Yera chilló al ver a los dos chicos sumergiéndose con la consciencia esfumándose como la espuma, las corrientes que producían las olas no les permitían salir a nado a la superficie.
—¡Vamos!—No se lo pensó un segundo más, ninguna de las dos estaban dispuestas a dejar que dos humanos murieran ante sus ojos, eran seres vivos al igual que ellas, y por mucho que los odiaran tenían que actuar.
Nadaron de forma veloz hasta donde estaban los chicos, agarrándoles de la cintura mientras contemplaban sus miradas medio idas en sus ojos.
Yera miraba a su hermana con complicidad, debían tener cuidado al salir con ellos, lo más probable, es que los propios humanos ya estuvieran removiendo cielo y tierra para ayudar a sus dos camaradas.
Sabían hacia donde dirigirse, no muy lejos de su posición se encontraba una pequeña playa a la cual no solían ir las personas ya que la marea era muy alta y el riesgo a que hubiera algun que otro pececito dispuesto a hacer daño a los humanos, era muy elevado.
Nadaron con fuerzas, cada una con uno de los chicos.
No pasaron muchos minutos cuando ya se encontraban en la superficie intentando hacer reaccionar a los dos jóvenes que yacían en la arena húmeda a causa de la tormenta y la marea.
—¿Crees que se recuperaran?—preguntó Yera con una mueca de preocupación.
Yanira acercó su cabeza a los labios de uno de los chicos, el joven de cabello azul oscuro, para comprobar si aún respiraba.
Se alejó a los pocos segundos y suspiró aliviada.
—Lo harán, los hemos rescatado a tiempo...—dijo con una sonrisa observando a su hermana preocupada.
En su rostro se dibujó una mueca de horror al ver que el peliazul abría los ojos poco a poco.
—¡Yanira! ¡Aléjate!
La mencionada abrió los ojos exageradamente, debía alejarse si no quería ser descubierta, cuando hizo el aceno de volver hacia donde estaba su hermana, el chico la agarró fuertemente del brazo, atrayéndola hacia si, haciendo de esa forma que Yanira cayera sobre su pecho.
—¿Qu...quien? E...eres—susurró el joven mientras intentaba recuperar la visión. Aún estaba débil.
— ¡Ah! — Yanira sentía leves escalofríos de temor recorrer su cuerpo, la tenía agarrada y estaba encima de él, por unos segundos pensó que no la dejaría escapar y que las descubriría, pero aquellas palabras en un leve susurro y su mirada confusa le dió a entender que seguía medio inconsciente todavía, tenía que salir de allí rápidamente o estarían perdidas, sobre todo si el otro se despertaba también.
— Yo...yo soy...Yanira... — respondió en un tono suave, no pensaba que sería un problema, ya que no volvería a verla. Yera se tensó al escuchar como su hermana le daba su nombre a aquél humano y agarró suavemente su cola para que se diera prisa.
Una vez dentro del océano, una Yera cruzada de brazos estaba dispuesta a soltar su sermón de hermana mayor sobreprotectora.
—¿Yera? ¿Ocurre algo?—preguntó al ver el rostro enfadado de su hermana.
—Yanira, ¿en serio le has dado tu nombre a ese humano?—preguntó por fin, después de un incómodo silencio.
Yanira suspiró.
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Confusión en nuestros corazones
Romance"Donghae y Lee Joe habían llegado a una ciudad costera con unos amigos para pasar las vacaciones, en el viaje ambos se pierden y terminan en una zona de la costa donde uno de ellos creyó ver algo en el agua, debido a una gran ola cayeron. Alcanzaron...