CAPÍTULO 2

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Paula lleva un rato tendida en la cama, pensando en ese chico que acaba de conocer, el tal Dylan. ¡Vaya tío más atrevido! Va y se sienta allí sin ni siquiera preguntar, aunque no se puede negar que el chico es guapo. Pero de todas formas da igual, no lo va a ver más, quizás ni siquiera fuera de la ciudad. Paula se levanta y coge el móvil, decide llamar a Cris. Marca su número, bip, bip, bip.

-¿Paula?_ se escucha al otro lado de la línea

-Cris, hola_ saluda la chica sentándose en la cama.

-Hola Paula, ¿qué quieres?

-Nada, quería hablar contigo

-Pues bien, ya lo estás haciendo, adiós

-Oye Cris, ¿qué te pasa?

-¿Que qué me pasa? Que me has metido en casa dos horas antes de lo previsto puta.

-Oh, tranquila Cris, ¿quedamos mañana?

-No, lo siento, no puedo Paula, he quedado con Marina

Las chicas siguen hablando durante un rato, y cuando acaban Paula se acuesta y se queda dormida.

AL DÍA SIGUIENTE

A Paula la despiertan unos golpes en la cama acompañados por los gritos de su madre. Se levanta inmediatamente, entra en el baño, se ducha, se viste y desayuna. Esa mañana va a hacer deporte al aire libre, ya que se va a ir a correr. Sale de su casa y va directamente al carril bici. ¡Ala! Se le ha olvidado el mp3, bueno, se tendrá que entretener con otra cosa. En ese momento alguien le pone la mano en el hombro, Paula mira hacia atrás y... ¿Qué hace él aquí?

-¿Qué haces?_ pregunta Paula acelerando el paso, y quitándose la mano del hombro.

-Pues nada, que vengo a correr todas las mañanas y te acabo de ver preciosa_ responde Dylan alagador, poniéndose de nuevo a su altura._ Oye preciosa, ¿tienes novio?

-¡Que no me llames preciosa! _grita Paula rabiosa, mientras le pega una torta a su acompañante.

-¡Uy!_ se queja el chico frotándose la mejilla_ ¿Tienes novio?

-No, no tengo novio, pero tampoco lo vas a ser tú_ responde la chica, mirándolo de reojo, se da cuenta de que está muy cansada y ya va siendo hora de parar. No está muy preparada para correr._ Bueno Dylan yo ya me voy.

-¿Que te vas?_ pregunta el chico, siguiéndola despacio_ Pues yo voy contigo... Te invito a desayunar. Y lo de tu novio... ya veremos preciosa.

-No me vas a invitar a desayunar

-¿Por qué? ¿Te doy miedo? _pregunta Dylan poniéndose de nuevo a su altura.

-¿Tú? ¿Miedo?_ pregunta Paula_ no me hagas reír. Es que no tengo hambre.

No tenía que haber dicho eso porque justo en ese momento, sus tripas pidieron comer. Dylan la mira sonriente, la coge de la mano y corriendo la lleva a una cafetería de la esquina. Paula se deja hacer aunque protestando, los dos se sientan en una mesa, apartados de los demás clientes. La camarera, una mujer de mediana edad, regordeta y con un moño, viene y los chicos piden dos cafés con leche y dos cruasanes. La mujer se va, no sin antes decir que hacen muy buena pareja. Dylan sonríe, mientras que Paula agacha la cabeza avergonzada.

-¿Has visto preciosa que tenemos los mismos gustos hasta para el desayuno?_ apunta Dylan con una sonrisa pícara.

-Casualidad

-Y nos hemos encontrado por el camino, justo el día que decido cambiar de lugar_ dice el chico, mirándola a los ojos con sus increíbles ojos azules.

-Casualidad

-Y ayer, ¿también es casualidad que nos encontráramos en la misma cafetería?_ apunta Dylan poniendo morritos_ El destino nos quiere juntos preciosa.

-¡Que no me vuelvas a llamar preciosa!

-Bueno, vale, está bien_ acepta el chico, haciendo ver exageradamente que se pone triste_ Te llamaré amor, ¿vale amor?

-¡IDIOTA!_ grita Paula, de forma que hasta la camarera regordeta, que ya viene con sus pedidos, se sobresalta.

-Aquí tienen su pedido,_ dice la mujer, dejando los cafés y los cruasanes sobre la mesa._ Oye preciosa, no le grites a este chaval tan mono, que si no lo quieres tú, me lo quedo yo.

Paula roja por la vergüenza se esconde tras la servilleta, la camarera le echa una última mirada y se va. Dylan bebe un sorbo de su café y sonríe, después le pega un mordisco al cruasán.

-¿No comes amor?_ pregunta el chico limpiándose un poco con la servilleta

-Sí, ¿ves? Como_ responde Paula, antes de masticar el cruasán.

-Eso, eso_ dice Dylan asintiendo con la cabeza_ que después dirás que estás muy flaca.

La pareja termina de desayunar, paga el desayuno y sale a la calle. Dylan le coge la mano a Paula, y la chica se deja hacer.

-Esta es mi casa_ dice Paula soltándole la mano azorada

-Ah, vale _responde Dylan poniéndose las manos en la nuca_ ¿No me presentas a tus padres?

-¿Qué dices?

-Pues eso, que tendrán que conocer al futuro novio de su hija, ¿no?

Paula se enfada y entra en casa dando un fuerte portazo, se escucha a Dylan con un último "Amor, te quiero" y sube a su cuarto dando traspiés por las escaleras. Sus padres aún no se han despertado, mejor. Se coge ropa limpia y se mete a la ducha, pensando en ese atrevido y guapo rubio de ojos azules.

MEMORIAS EN UN MUNDO DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora