Un poema de dos finales

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Uno...
Dos...
Tres...

Pero seguía abriendo los ojos y gritando.

Cuatro...
Cinco...
Seis...

Pero el recuerdo de la traición no se iba.

Siete...
Ocho...
Nueve...
Diez puñaladas.

Y la vida abandonaba su cuerpo.

Preguntas habían en su cabeza, ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por que la odiaba tanto?

¿Por qué ella lo había engañado?¿Lo había hecho?

No

Si

No lo sabía

Estaba perdido, la apuñalaba sin razón, había perdido la cuenta.

Se detuvo.

Dieciocho puñaladas, no reconocía su cara.

¿Quién era la persona que estaba en el suelo bajo un manto rojo?

Él la amaba, lo recordó todo de golpe y de golpe recobró el sentido, su corazón, el corazón de ella, no emitía sonido alguno...

Acaso

La había matado

Lágrimas, desesperación, la perdió, la eliminó de su vida, debería estar feliz por ello.

No lo estaba

Quería verla de nuevo.

No entendía nada, él la amaba, ella lo amaba, ¿lo había engañado?

Recuerda su voz en las paredes de esa casa, escondidas entre las esquinas oscuras, susurros...

Ella le decía que no, que no lo había hecho, que era mentira.

DESPIERTA

ABRE LOS OJOS

HAY UNA EXPLICACIÓN

¿La hay?

Si

Toma el cuchillo que se encuentra a tu izquierda.

Tanteó el suelo, ¿este?

Sabes que si, con el que la mataste, con el que mataste a tu amada, ese es tu destino, lo sabes.

Lo sé

¿Entonces? Sabes lo que tienes que hacer, no la mires, no llenes tus recuerdos de ese cuerpo desfigurado.

Sé lo que tengo que hacer, pero, ¿la veré de nuevo?

Cuentos en tinta roja© (#FictionalWorldAwards2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora