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JaeHyun no procesaba bien nada, pues al momento que toco el timbre un Kun con unos pantalones ajustados y una camisa blanca transparentosa apareció.

—Llegaste.— e hizo a un lado su pequeño cuerpo para que JaeHyun entrara.

—K- Kun...— y las mejillas del menor se volvieron rojas al recibir un beso en su mejilla.

El ahora negro cabello de Kun alborotado, con ese blanquecino cuello, Dios. YoonOh no podía con tanto.

—Hice palomitas, vamos arriba.— y YoonOh tuvo que soportar ver a un Qian subir las escaleras con esos pantalones ajustados.

Estaba cayendo bajo los pies del mayor. Qian lo controlaba muy bien.

Si, era verdad, en la habitación del menor la mesa de centro estaba llena de dulces. Palomitas, gomitas, paletas de helado.

Kun rápido tomo una paleta de helado y se dejo caer en la cama.

—Te veo muy lento hoy Jae.— y JaeHyun sonrió bobamente.

Estaba aturdido, ver a Qian con un helado de chocolate blanco en la boca, no ayudaba mucho y comenzaba a sentirse atacado.

—Me estas bromeando Qian... ¿verdad?.— y el mayor sacó la paleta de sus labios relamiendolos.

—No me hables así, recuerda que soy mayor.— JaeHyun achino sus ojos y se acostó a un lado, y lo abrazo a él.

—Me estás volviendo loco.— y las mejillas de Qian se enrojecieron.

—¿qué más esperas YoonOh?.— los ojos del mencionado se abrieron al sentir como el menor se frotaba a él.

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