Llegaste con el ceño fruncido
y tus ropas viejas del domingo
llegaste con tus labios rotos
y con sabor a corazón ebrio
con el lastre visceral de tus sueños
y tus locuras húmedas
yo ya había perdido la esperanza
no pude más que
verla salir por la puerta de atrás
perderse por la calle
entre el tráfico
y los carteles publicitarios
mientras tu cobardía la observaba de reojo
y tus Lágrimas hacían puenting
justo sobre el lugar donde tus sonrisas menguan
y se saborea la bilis
pediste que cortara la luz
y a oscuras
susurraste te odio
mientras mi cuello
caía bajo el cálido filo de tus manos
