• uno •

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Hueón, mi cabeza.

—Buenos días wachita, ¿cómo estuvo el carrete? —me despertó la Brenda pasándome una botella de agua.

—Horrible —me reí. —Estoy pa' la zorra.

—Igual la Vale está peor.

La Valeria se cura con una cerveza, y al otro día está pal dick.

Quiero jugo. —se quejó la Vale.

—Levántate po hueona, le dai color. —dijo la Paz entrando a la pieza esquivando a unos 20 hueones raja en el suelo. —Deberían aprender de mí, a pura agua mineral.

Saaale pa' allá.

—Quiero jugoooo. —gritó la Valeria otra vez.

—Yo voy, oh. —dije parándome a buscar jugo al refrigerador de la Brenda.

Cerré la puerta del refrigerador y le llevé el jugo.

—Julieta, te amo mucho. —me tiró un beso y me reí.

—Bueno chiquillas, que vamos a hacer hoy día?—habló la Paz sentada en una esquina de la cama de la Brenda.

—Yo no voy a poder... —dijo la Valeria antes de tomar jugo. —Porque el Camilo me invitó al cine a ver Bohemian Rhapsody.

—Nos cambiai por tu mino hueona. —lloriqueó la Brenda.

—Never. —dijo

—Yo tampoco voy a poder, tengo primer día de trabajo. —rodé los ojos.

Las tres se miraron entre ellas y se empezaron a reír.

—¿Tú trabajando? ¿Para qué hueona? —siguió riéndose la Paz.

—Búrlate no más conchatumadre... —hice una mueca de odio— Voy a trabajar con el Mateo en el almacén de 4 a 10 para apañarlo.

—Me cae la raja tu hermano. —habló la Vale

—Te lo querí puro comer, culiá. —se burló la Brenda y comenzaron a discutir.

Aproveché de ponerme la ropa para ir al almacén, no pensaba llegar tarde también a trabajar.

—¿Te acompaño? —me dijo la Paz parada en el marco de la puerta.

—Tranqui, yo voy —le moví la mano para despedirme e hizo lo mismo.

Por lo menos me quedaba cerca, porque yo no soy de caminar tanto.

El Mateo es uno de mis dos hermanos mayores, es el flojo culiao que se tiró año sabático porque según él no sabe que estudiar. Y el otro es el Fabián, ya está en tercer año de universidad y es terrible seco.

Y yo soy buena hermana po, y apaño a mi hermano trabajando porque no se puede ni los cocos.

—Hola feo culiao. —dije entrando al mostrador del almacén.

—Hola po enana. —me sonrió y me chasconeó.

—¿Qué tengo que hacer? —le pregunté.

flecháDonde viven las historias. Descúbrelo ahora