Pseudo artistas. ¿O eran pseudo críticos?

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Se pasó una mano por su mostacho; alisándolo y formando unos perfectos bucles como si de arquivoltas se tratara. Buscó una lima entre los cajones para limarse los dientes, colmillos o lo que sea use para chupar la sangre de sus víctimas. Encendió la pantalla del ordenador y buscó un link .html que tenía guardado en el escritorio por mera practicidad.

Entró a la página y clicó un puñado de veces hasta entrar en el tablón de reseñas de un libro. Y ahí empezó a despotricar. Considerando una deshonra para el género de terror que una historia, por muy revolucionaria que fuera, no tuviera ningún elemento paranormal que produjera temor.

Había recibido no pocos comentarios criticando duramente sus ideas, por no dejar a la literatura avanzar. Pero él era feliz. Porque su opinión era influyente y su percepción del arte, magnifica. ¿Cierto? A fin de cuentas, él era uno de los pocos privilegiados que conseguían ver el arte en un vaso medio lleno; en unas gafas situadas frente la ventana. Porque el arte era todo.

Quizás, y solo quizás, por eso le sorprendió tanto encontrarse una nota pegada debajo del teclado, criticando su funcionamiento y para que lo empleaba.

―¿Que coño? ―dijo para sí mismo.

Se levantó y fue por un vaso de agua, aludiendo a que estaba viendo visiones de tanto criticar.

―Quizás la densidad y la pureza del agua me ayuden a despejarme.

Y entró en la cocina. Los vasos estaban sobre un vertedero, con la boca hacia arriba, y completamente secos. Pero mayor aún fue su sorpresa al descubrir que, bajo todo el cristal, había un post-it amarillo con muchas letras. Pero muchas letras. Volvió el vaso hacia abajo y sacó la nota. En ella se podía leer nítidamente una crítica:

"Si bien sus componentes son adecuados, considero que tanto su transparencia que no cuenta con opacidad como su fragilidad lo hacen un producto mediocre. Pero lo que se me ha hecho decantarme porque esto es un mal producto es por quién lo usa. Un hombre mezquino que no se merece mi respeto. ⅕ estrellas"

Se quedó en estado de shock mientras leía la crítica. No entendía qué pasaba o, mejor dicho, qué hacía esa nota ahí. Porque no tenía invitados y no notaba ninguna ventana o puerta forzada. Y fue a buscar un paraguas porque, ante el peligro desconocido, lo más eficaz es emplear algo que no se esperen.

Mientras bajaba las escaleras del sótano, una gota cayó en su mostacho deshaciendo las arquivoltas y obligándo a estirarse hacia abajo. Maldijo por lo bajo mientras murmuraba "con lo bien cuidado que tenía mi bigote". Y volvió a la planta baja con el paraguas. Lo abrió para cerciorarse de que funcionaba y; ¡sorpresa!, un post-it amarillo cayó al suelo. Gritó de frustración tan alto que lo escucharon en el apartamento contiguo.

Lo rasgó en varios trocitos y salió a la calle furibundo. Movió un poco la cabeza y vio notitas por todos lugares y edificios. Agarró al primer transeúnte que pilló por las pecheras ―mejor no pensar en las consecuencias legales― y le escupió a la cara:

―¡Pero qué coño está pasando hoy! ¡Que mierda son esos post-its amarillos!

Este, amedrentado, no consiguió responder nada coherente. Pero, en vez de hacerlo, le pegó otra nota en la sien, dio un golpe brusco para librarse de su agarre y corrió como alma que lleva el diablo. La nota únicamente ponía:

"Mezquino; 0.5/5 estrellas"

Sus gritos se escucharon a varias manzanas de diferencia. Siguió caminando por la acera, varios kilómetros más, mientras veía notas en cada esquina, en cada boca de incendios, en cada parquímetro. Había, para ser más concretos, trescientas veinticuatro notas. Trescientos veinticuatro quebraderos de cabeza que leyó de cabo a rabo.

Y cuando acabó de leer la última nota, gritando en alto:

―¡Dos estrellas sobre cincooooo!

Se desmayó. Cayó redondo, inconsciente, sobre los 27ºC de asfalto.

Yo, en mi escondite, me reí como no había reído en toda mi vida. Saqué todo el aire de mis pulmones en carcajadas. Y aún así, creo una parte de mi lo comprendía. Porque, a fin de cuentas, nadie se espera que una ciudad se junte para hacer un complot contra una persona.

También es cierto que esa persona es un asesino reincidente. Literato mortis

Retos de humorWhere stories live. Discover now