" 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐒𝐌𝐈𝐋𝐄 ⇀ 𝗥𝗘𝗡𝗠𝗜𝗡 "

O47

Jaemin

18:57 de la tarde, Renjun seguía en mi casa.

No sabía si eso era bueno o malo, pero no importaba en ese momento.

Cuando había terminado la película subimos a mi habitación a jugar videojuegos, pero por alguna razón me sentía tenso, incómodo, aún cuando Renjun ya había estado allí, varias veces. Quizá sea porque ni siquiera sé qué somos ahora realmente, ya que es muy pronto como para ponerle etiqueta, tampoco quiero incomodarlo.

Al entrar, él directamente se sentó en mi cama y revisó la librería que tenía un poco más arriba de esta, agarrando el libro No Soy Un Serial Killer de Dan Wells, una saga que, en mi opinión, me encantaba.

La última vez que entró a mi cuarto habían tres de los libros, ahora habían cinco.

—Veo que compraste más libros—dijo agarrando El Único Amigo Del Demonio, el cuarto libro de la saga— ¿Ya te lo leíste?.

—Ese estoy por terminarlo, luego me quedaría el violeta que ves allí y buscar el que me queda, pero por lo que sé aún no está traducido, sinceramente es una historia muy buena.

—La portada ya dice mucho —Renjun miraba el libro de punta a punta mientras hacía una mueca de desagrado. En la portada había un niño con el rostro serio y detrás suyo un demonio con su brazo izquierdo levantado, sosteniendo un cráneo de andá a saber quién con hilos en ella, como si fuese una marioneta, cabe decir que la mano que sostenía los hilos era solo huesos—.

—Y qué, me gusta, aparte la portada no es nada. Si lo lees lo entenderás —le sonreí para luego quedarme a su lado. Él me devolvió el gesto y me abrazó por los hombros, yo lo abracé por la cintura—.

En eso tocan la puerta. Automaticamente nos separamos y voy a abrirla, veo a mi madre del otro lado de ella.

—Hola Jaemin, pude salir un poco más temprano del trabajo así que puedo cocinarte algo que quieras para merendar, oh, hola Renjun —al verlo lo saludó mientras le dedicaba una de sus sonrisas. Él hizo una pequeña reverencia desde mi cama—.

—Puedes cocinar algo que quieras vos, total, siempre está rico —la besé en la mejilla y ella asintió, yendo a la cocina—.

—Por cierto, Jeno está abajo, le dije que suba pero no quiso, tal vez quieran traerlo.

Unos nervios sin razón
me atacaron.