PRÓLOGO: El día que todo inicia y termina

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7 de agosto del 2000

—Viktor... —se escucha susurrar a una mujer, el nombre de aquel hombre acostado sobre sus brazos, en el escritorio de su laboratorio. Ajeno a la penumbra que resulta el hermoso atardecer que acontece fuera. Ignorando las risas y correteos de los niños presentes en el día de «trae a tu hijo al trabajo». Cansado, taciturno, aun encamorrado. Tratando de poner sus ojos turquesa en órbita, para dejar de ver doble o triple, con el característico desenfoque al despertar y tallarse los parpados para bostezar largo y tendido—. ¿Estás despierto?

—Ahora lo estoy —responde Viktor, con ingenua obviedad. No trata de ser sarcástico, más que nada busca ser sincero, inocentemente. Busca torpemente en la superficie de su escritorio, unos lentes de corte moderno, para ponerlos totalmente desalineados entre las hembras de su cabello.

—¿Olvidaste nuestra cita? —pregunta la mujer nuevamente. Palabras que hacen latir el corazón de Viktor, pero en vano, pues el trémulo se detiene abruptamente al recordar que, con cita, no se refiere a algo romántico junto a la chica deseada. Al contrario, habla de algo profesional, una cita laboral, un encargo. Y la razón de ese desencanto automático, es que la chica de la que hablamos es Alizon Velaire, actual esposa de Javier Hero, que se encuentra presente. Como noble a cargo, debe corroborar el proyecto de Viktor para darle luz verde a su investigación.

—Claro que no. Solo, denme un minuto —responde Viktor, quien se haya buscando entre el laberinto de papeles y basura que resulta su lugar de trabajo. Entre cientos de hojas. Algo curioso, pues en esta época son poco usadas gracias a la tecnología digital. Encuentra un folder que contiene toda su investigación resumida para Javier. Y con resumido nos referimos a un folder de al menos una cabeza de ancho y el peso de tres o cuatro recién nacidos. Se lo entrega y el líder Hero hace una mueca de disgusto—. Nadie dijo que el tiempo fuera sencillo.

Es entonces que, la atención de todos se centra en una gran sabana blanca que cubre un artefacto. Al destaparlo, resulta ser lo que Viktor llama: «la máquina del tiempo». Una gran puerta con aspecto amenazador e inocuo. Realmente imponente, y a su vez, terriblemente peligrosa.

—Tal y como quedó estipulado. La maquina servirá para ver el pasado, únicamente verlo. No se podrá interactuar —comenta Viktor—. Será como una película interactiva.

—¿Y funciona? —pregunta Javier escéptico.

—Me ofendes cariño —responde Alizon con aire de orgullo y bastante presunción. Tomando en cuenta que ella también estuvo involucrada en el proyecto. Recogiendo con los dedos su suave y larga cabellera castaña. Dejando ver su terso cuello claro, dirigiendo sus ojos avellana a Viktor. Quien se derrite solo un poco al ver la complicidad que guardaban en este proyecto.

—De acuerdo —responde Javier con su severa voz. Quien igualmente levanta un poco el copete de su cabello negro, observando con sus ojos azul eléctrico a Viktor, algo que le emocionó mucho menos—. Entonces, muéstrame.

—Claro —dispone Viktor. Su voz quebradiza muestra el nerviosismo que siente ante esos dos monstruos. Grandes líderes, fuertes e imponentes. Él en cambio con su mediana estatura, pose encorvada por las horas de trabajo, y su simple aspecto Viuwer apenas amenazante en su rostro siempre decaído. Se siente completamente reducido, como un pez entre tiburones. Combinado con su torpeza natural, poca autoestima, depresión constante y fragilidad notable, le hacen prácticamente una presa fácil para dos carnívoros de gran envergadura.

Busca entre los pliegues y bolsas de su bata la llave para prender la máquina, pero no la encuentra por ningún sitio. Suele llevarla en un llavero donde tiene las demás llaves. Por lo que pudo dejarla en casa, u olvidada en cualquier otro sitio. Ya le habían dicho con anterioridad, que eso eventualmente iba a sucederle, pero le dio poca importancia pensando que jamás ocurriría. Obviamente, el ambiente para Viktor no es favorable, quien puede observar con absoluto terror, las miradas de Alizon y Javier, viéndolo con curiosidad y cierta duda.

Tales of Keihlo: Species WarWhere stories live. Discover now