Tracy Mitchell empezaba el primer día su último año de colegio cuando lo vio, sería difícil no notarlo, era imponente y de mirada intensa.
Ella simplemente siguió su camino sin imaginarse que, en algún momento, el destino los juntaría.
Días después, por amigos en común fueron presentados y desde aquel momento les fue imposible ignorarse, era como si algo más allá de todo lo que habían sentido antes, los hacia unirse al otro.
James Rudd ese era su nombre, fácilmente podrías recordarlo, pero quisiera poder decir lo mismo sobre poder olvidarlo, aquello no sólo me resultaba difícil una vez que todo terminó, era imposible sacar esas cinco endemoniadas letras de mi cabeza y eso dolía, hablar de él dolía.
Tras cuatro meses de conocernos después de que mi mejor amiga me lo presentara ese día, me pidió que sea su novia, aunque su propuesta fue un tanto inusual, pues al escuchar mi respuesta afirmativa, me dijo que nunca me enamore por completo de él, algo que no debí pasar por alto.
Cada día hacíamos algo diferente juntos para no aburrirnos o para no caer en la rutina en la que la mayoría de parejas de hoy en día caen. Queríamos evitar ser el cliché de pareja con la que todos sueñan y simplemente tener algo que valga la pena contar a mucha gente sin que se aburra.
Amaba poder hablar de aquel hombre, tan diferente y perfecto a mi manera de ver, aunque tenía muy claros todos sus defectos, sus temores, sus debilidades y cada una de las cosas que lo apasionan. Sería una mentira decir que conocía todo de él, porque cada día encontraba algo nuevo y eso era lo que me mantenía tan interesada y enamorada de él. Y es difícil de creer pues estuvimos juntos tres años.
Lo que no sabía era que él ya no me quería tanto como yo lo hacía y allí es donde se encuentra el inicio del fin.
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9 cartas
Teen Fiction"En la vida vas a encontrar dos tipos de personas: las que te construyen y las que te destruyen. Pero al final, vas a agradecerle a ambas".