Los días siguientes me dedique solo a ver tv, seguir las instucciones que me daban los doctores y hacer mi terapia, no queria estar ni un solo segundo más en este lugar, pensaba mucho en mis padres y siempre a mitad de la noche me levantaba llorando o con unos gritos de desesperación, me daba lástima por Mery, esa pobre mujer se levantaba de un solo brinco para poder atenderme, -un día de estos le iba a ocasionar un infarto-, imagenes del accidente aparecian, mi madre gritando, mi padre diciendo que nos amaba, era muy fuerte de digerir todo lo que había pasado.
-Tranquila Mery, descansa, estoy bien- intente sonreírle pero salió fue una mueca.
-Hija, no te preocupes, estoy aqui para cuidar de ti, tu tío Jack le toca ir a la oficina para arreglar unos asuntos, ya mañana vendrá.
-¿Que hora es?- No se veia luz del día en la ventana.
-Un poco mas de las tres de la madrugada- metió su celular en el bolsillo de su chaqueta.
-Perdóname- me dió bastante vergüenza levantarla a estas horas.
-¿Por que te disculpas mi niña?- su cara de confusión me dijo que realmente no sabía por que me estaba disculpando.
-La hora que es y te desperté, de verdad disculpa- aparté la mirada.
-Hija tu acabas de pasar por algo bastante delicado, ¿como te vas a disculpar por solo levantarme?, estoy aquí para tí, para lo que necesites mi niña- sus palabras eran sinceras.
-Gracias Mery- le sonreí.
La verdad estaba bastante agradecida con Mery y mi tío Jack, sin ellos las cosas hubiesen sido mas difícil de lo que ya era, el tío Jack me recordaba mucho a papá, el parecido entre ellos era muchísimo, si mi tío no se viera tán joven diría que son gemelos, Mery era una chica bastante joven también, tendría unos treinta años como mucho, se notaba que amaba a mi tío Jack, en la forma que se comportaba cuando él estaba presente era como el de una niña con su peluche favorito -sí, era algo vergonzoso de ver-, se notaba que se amaban bastante y eso era bonito.
Queria que ya me quitaran los clavos de la pierna, sentía que si me quedaba un momento más con ellos más nunca volvería a caminar sin la bendita andadera, quería levantarme y salir corriendo a la cancha de volei pero estos clavos no me permitían hacer nada y dejar de jugar voleibol, -eso jamás-.
Aunque la vida sin mis padres iba a ser bastante difícil, vivir sola en casa, ¿como iba a pagar el colegio?, yo no trabajaba, ok que ya dentro de poco cumpliría los dieciséis años pero mis padres no me dejaban tener trabajo, ellos querían que terminara el Colegio primero y cuando entrara a la universidad ahí si lo tenía que buscar para que los gastos no solo recayera en los hombros de mis padres, sabía que estos no iban a ser ni los primeros ni los últimos problemas en mi vida, de eso estaba segura.
Mery ya se había acostado otra vez, pero yo no podia quedarme dormida, me daba miedo cerrar los ojos y que esas imagenes aparecieran nuevamente, tomé el control del televisor y comencé a buscar algo que ver, lo puse a volumen bajo para que no le molestara a Mery, la pobre debía de estar durmiendo mal y para completar yo le interrumpía el sueño con mi llanto ó mis gritos.
No recuerdo en que momento me quedé dormida, pero cuando abrí los ojos ya había bastante claridad, a través de las cortinas se podía ver que el sol estaba bastante fuerte, pero a parte de mí no había nadie más en la habitación, ¿a donde habrá ido Mery?, ¿por que estaba sola?, no me agradaba la sensación de soledad, me sentía desprotegida.