Estábamos mi esposa, mis dos hijos y yo cenando tranquilamente en la mesa del living.
Eramos tan felices. Era todo tan perfecto.
Nos contábamos cómo nos había ido en nuestras cosas ese día.
Los amaba tanto.
Tanto sacrificio por amar esta familia valió la pena, sin dudas.
La vida perfecta, la familia perfecta.El despertar sonó, y nunca más los volví a ver.