Capítulo Dos

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Se iban acercando más a mí hasta que  los vi pasar por mi lado, olvidándose completamente de mí existencia. Volteé detrás de mí y comprendí todo. Su objetivo estaba ocupado sacándole filo a un pequeño y preciso cuchillo, en una asimétrica piedra.

Sin decir más, los brazos de gran volumen de los hombres dirigidos por Negan, tomaron el cuerpo Daryl. Él estaba calmado y, eso ciertamente me extrañaba. Rápidamente reaccioné y me acerqué a ellos bruscamente, intentando que estos se alejaran de él.
Lo único que recibí fue el concreto desmoronando del piso ya que me habían empujado hacia este.
Sentí como mi mejilla era tocada por las miles de piedras pequeñas que se encontraban en el, creando una sensación de pequeñas pulsaciones y de un tenue dolor.

Me levanté en el momento en el que Rick se acercó a mí y me tomó de la mano, ayudándome a levantarme con precaución y delicadeza.

– Gracias. –musité sin mirarle a los ojos. Me costaba recuperar mí dignidad en esos momentos.

– ¿Cuál es tu nombre, bonita? –el tono de voz seductora que tenía Negan en esos momentos estaba remarcada con mucha intención, mientras el susodicho se iba acercando a mí. Sin duda no sabía con quién estaba hablando y no lo haría en un largo tiempo.

– Elizabeth. –lo miré a los ojos encontrándome con una sonrisa perfecta plasmada en sus labios. Vaya cínico.

– Lindo nombre. –La voz gruesa e irónica del hombre castaño el cual poseía unos ojos verdosos totalmente hipnotizantes, retumbaba en la hilera de mí reducido ambiente al mismo tiempo que daba una vuelta de 180 grados para encontrarse con otro de sus robustos hombres. Daryl estaba siendo ingresado en la parte trasera de uno de los camiones. Era un gran y aburrido camión ante la vista ya que sus colores no eran muy vivos. Podría jurar que allí adentro estaba frío, solitario y que era muy poco acogedor– ¿Empezamos?

¿Empezamos?

Negan era alguien trastornado. Era alguien con severos problemas, en los que estaba en la parte más profunda de todas esas cosas perturbadoras.

–Mí cabeza repetía la escena en la que no pude hacer nada, mezclada entre la voz del imponente hombre de cabellos cafés oscuros. – No me siento muy bien, con su permiso me retiraré. –No quería sonar insolente, ya que al analizar las palabras y el tono en que las solía decir, no era conveniente portarme irreverente ante Negan.– Si sucede algo, no dudes en llamarme Rick. –Por último miré el brazo del ojiverde, el cual estaba parcialmente cubierto por una camiseta más gris que blanca, y como si no hubiera estado ahí, desaparecí.

*

El eco de mis pisadas se juntaba con el sonido que tomaban las pequeñas piedritas por el inevitable amontonamiento de estas en mís botas de cazador. Caminaba con un rapidez -casi era un trote veloz- porque quería llegar lo antes posible a la casa de Aarón.

Era un tanto tarde y en el mínimo lapso de rato que estuve sola en la pequeña casa promedio que compartía, en mí pequeño cuarto ya asignado con anterioridad, habían surgido un montón de ideas que había optado por empezar a poner en marcha.

Mí corazón estaba elevado entre los latidos normales. Mí respiración iba en aumento. Mí cuerpo estaba cargando con adrenalina y estaba llegando a cantidades enormes. Tenía un montón de cosas guardadas que quería decir.

Subí rápidamente los pequeños escalones que conducían a la pequeña entrada, mientras me sentía -con forme pasaba el tiempo- como la porcelana; en cualquier momento inoportuno tenía una tendencia a caerse y a romperse en cientos de miles de diminutos pedacitos por su estado delicado. Este, estaba hecho de una inmensa fragilidad que se escondía en las pequeñas y perfectas figuritas que resplandecían de lo blancas que eran pero al final terminaban en la basura del pórtico de atrás, ya que era imposible volver a juntar las piezas que conformaban la figura.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2019 ⏰

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