Asesina A Sangre Fría

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Vacío

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Vacío...

Silencio...

Hueco...

Las únicas palabras que llenaban el inhabitado sector.

Sirenas se oían, a lo lejos, muy lejos.


Se hacían cercanas,

Se detenían.

La chica se encontraba sentada en la silla que se hallaba junto a la mesa más grande del lugar.

Frente a ella, un cuaderno de hojas cuadriculadas y un par de lápices regados. En su mano izquierda, una taza de café, y en la otra, un teléfono que le había costado 7 años de recoger dinero en la calle.

Su cabello, negro, largo y alborotado se encargaba de ocultar sus ojos albinos. No hacía falta verla de frente para darse cuenta de lo cautivadora y aterradora que era su mirada.

Su piel, cristalina y traslúcida.

Su rostro, en compañia de sus ojos, se conformaba de unos labios pequeños y delicados, parecían hechos de rubí, solo que tomaban un color rosa casi tan pálido como su piel. Su nariz chata pero refinada, parecía ser parte de sus pomulos, solamente por estar cubiertos de pecas.

No le hacía falta usar maquillaje, ella era hermosa, y lo sabía. Muchas veces le había sacado ventaja a su aspecto físico para lograr sus macabros objetivos.

Tomó un sorbo de la taza de café que seguía en su mano, y con su dedo pulgar deslizaba la pantalla de su teléfono. Se encontraba revisando las redes sociales de sus más recientes víctimas. Accidentalmente, le dió un "me gusta" a una publicación que ni siquiera alcanzó a ver del todo, porque se vió obligada a levantar la vista al observar como los rayos de luz rojos y azules irrumpian infinitamente por la ranura de la ventana que la cortina no alcanzaba a cubrir.

Quizás era un bonito espectáculo, las miles de manchas rojas se tornaban de violeta.

Eso si era increíble, después de todo...

¿Dónde Se Ha Visto Que La Sangre Humana Sea Morada, Eh?

La sirena que se habia callado, volvia a sonar, pero ahora, al ritmo de las luces.

La chica trató de ver por la misma ranura donde entraban las luces, sin embargo, el brillo de las mismas se lo impedía, así que devolviendo la vista a la pantalla de su teléfono y estando entre cuatro paredes cubiertas de sangre, derramada por sus propias manos, susurro para si misma:


"No Creo Que Haya Sido Tan Grave".

Cuando por fin reaccionó, se dió cuenta de que su taza se hayaba rota en el piso, y su cafe estaba esparcido por el piso. Su teléfono estaba tirado a unos dos metros, con la pantalla rota a causa del impacto. Su cara era refregada y presionada contra la mesa, haciendo que su meticuloso cuidado respecto a no ensuciarse con sangre, fuera en vano.

Prometo No Lastimarte #ValentinesContest2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora