Capitulo 5

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"El organismo humano tiende instintivamente 

a buscar el placer y rehuye al dolor"

 

La base científica del estado placentero que produce un abrazo se fundamenta en que la unión entre dos cuerpos segrega gran cantidad de endorfinas. 

 

Las Endorfinas son sustancias bioquímicas segregadas por el cerebro y al mismo tiempo se les considera como analgésicos endogenos capaces de reducir las fibras nerviosas que conducen al dolor, ayudan considerablemente a reducir los niveles de ansiedad y aumentan la energía vital.

 

Pero un abrazo es mucho más que eso, es desprenderse de un trozo del alma solo para compartirla con la persona que reposa apacible en nuestros brazos, es entregarse al otro por un instante, es arrancarse una parte del corazón solo para colocarla cuidadosamente en el hueco que nos ha dejado el otro que está latiendo impaciente a nuestro lado,  es decir  "Te necesito" y responder "Aquí estoy contigo" sin hablar.

 

Y es que no se necesita de un lugar especial para regalar un abrazo, ni una razón especial para recibirlo, simplemente hay veces en las que el cuerpo se rinde ante otro sin remedio para buscar consuelo, seguridad o protección.

  

El largo pasillo que conducía del Laboratorio a la sala de briefing era testigo de como dos cuerpos acompasaban  la velocidad de sus pasos, caminaban en silencio, aún sin que los latidos de sus corazones lograran sobreponerse  por completo, aún sin poder darle significado a la escena que acababan de protagonizar tan sólo un par de minutos atrás, no sabían si sería el principio de una tregua o quizás el puro instinto de supervivencia de un alma perdida, sin hogar, vagando indefensa al tiempo que derrama lágrimas y las deja perderse entre la lluvia, y tal vez, era en ese abrazo desesperado en donde había encontrado la única puerta abierta hacia un sitio que le brindara el calor que necesitaba para no morir de hipotermia, el consuelo suficiente para no morir de dolor y la calma que pedía a gritos para no morir de angustia.

 

Ninguna de las dos tenía muy claro hacia donde debiera dirigir la mirada, de repente apuntaban al piso, luego al suelo, después al frente y de pronto Camila pilló Lauren mirándola de soslayo, no supo porque pero ese gesto tan insignificante por parte de la morena le robó una sonrisa. Pero conforme se acercaban a la sala de juntas sintió como su efímera tranquilidad comenzaba a esfumarse; La mujer que caminaba a su lado debió percatarse porque frenó en secó y la cogió del brazo para que ella también parara. 

 

-Todo va a salir bien, así que tú tranquila- Esta vez ninguna de las dos se arriesgó a dedicarse una mirada de esas que resultaban peligrosas, pero Lauren no resistió y antes de continuar con su camino apoyó con delicadeza su mano izquierda en la cabeza de Camila y tiró ligeramente de su flequillo entre jugueteo y caricia disimulada.

 

Camila le dedicó la segunda sonrisa en menos de un minuto y entonces siguieron con su andar hasta que se vislumbró la puerta. Antes de abrirla ambas inhalaron una buena cantidad de aire, la una con entera seguridad de salir victoriosa ante un gilipollas, la otra angustiada por la incertidumbre.

 

Las piernas de Camila estaban ligeramente entumidas y se negaban a mantener el secreto de su desasosiego, Lauren por el contrario, avanzó decidida, la arrogancia se apoderó de su mirada convencida de que no le quedarían ganas de volver a fastidiar a su Camila. Sonrió ante lo bonito que sonaba eso y entró sin más a lo que sería el escenario de la reunión.

Arder contigo en el infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora